Jueves, 18 de agosto de 2011 | Hoy
Por Graciela Sobral
En la clínica actual, especialmente en los llamados síntomas contemporáneos, encontramos con mucha frecuencia la figura del estrago. Se manifiesta como una relación particularmente intensa, ambivalente, donde se ponen en juego de distintas maneras el amor, el odio, la envidia, la rivalidad y las demandas imposibles de satisfacer. El sujeto tomado por el estrago queda en una posición en la que la vía del deseo se encuentra particularmente obstaculizada. De hecho, en los casos más graves, muchas veces resulta difícil establecer el diagnóstico clínico porque las dificultades con la palabra y el deseo sugieren la posibilidad de que esté en juego la estructura psicótica. Podemos considerar la relación estragante entre la madre y la hija como aquella en la que la madre, en lugar de transmitir la falta y dar lugar a la vía del deseo, fija a la hija en una posición de goce.
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