Jueves, 18 de agosto de 2011 | Hoy
Por Graciela Sobral
El mundo moderno empuja a la mujer a algo del ser y del tener que la aleja de su verdad subjetiva y la aliena a los ideales que funcionan como imperativos. Aparentemente no es así, parecería que cada vez es más fácil ser mujer, que hay más permisividad y más puertas abiertas. Pero se trata de puertas falsas.
En ese sentido, la anorexia puede ser una falsa salida. Ser delgada es una de las aspiraciones del ideal de belleza de esta época. El cuerpo delgado forma parte de lo que se puede tener para el juego de las apariencias y permite a las jóvenes, cuando enferman, ampararse bajo un falso ser: “Soy anoréxica”. Adelgazan, creyendo que estar delgadas les va a permitir situarse frente a los enigmas que plantean la transformación del cuerpo y el encuentro sexual con los chicos. Pero esto generalmente no es así. El goce de la delgadez puede mantener a la joven en un malestar que no comprende, porque no sabe lo que verdaderamente le pasa, y en los casos más graves, puede transformarse en el goce mortífero de la pulsión de muerte.
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