“¡Juro que esto no es un cuento chino!”, aseguró, quizá con otras palabras, el empresario de ese origen que, luego de haber sido supuestamente secuestrado el pasado fin de semana, apareció en el aeropuerto de Ezeiza con indicios de estar alcoholizado. El empresario, nacido en Hong Kong, se dedica a la importación de juguetes y reside en Santiago de Chile, de donde había venido a visitar a su novia.

Cerca de las tres de la mañana de ayer, Kashin Matthew Lam, de 39 años, llamó a un empleado para avisarle que sus secuestradores lo habían liberado y que estaba en el hall de Ezeiza. Allí, según fuentes judiciales y policiales, fue encontrado “con signos de haber ingerido bebidas alcohólicas” y “bajo una crisis nerviosa”, por lo cual fue llevado por unas horas al hospital de esa localidad. Allí fue a acompañarlo su hermano Andy Lam, que había llegado desde Singapur para “negociar la liberación”.

Kashin Lam había llegado desde Santiago de Chile –donde reside desde hace varios años y es dueño de una importadora de juguetes– por negocios y para visitar a su novia, llamada Chow. El domingo fue con ella al casino de Puerto Madero. A la salida, luego de acompañar a Chow hasta su domicilio en el barrio del Once, habría sido capturado por tres personas de rasgos orientales, que se movilizaban en una camioneta blanca. Un supuesto testigo del secuestro le avisó a Chow, que no habla castellano y se comunicó con Tu Cheng Hsien y Yeo Pao Ting, empleados de Lam en Chile.

Tu y Yeo recibieron, entre el domingo y el martes, llamados de Lam, quien, desde su teléfono celular, les comunicó que estaba secuestrado y que debían obtener una suma que fue subiendo desde cien mil hasta quinientos mil dólares. Los empleados viajaron a Buenos Aires y se alojaron en un selecto hotel de Retiro. Pero ellos tampoco hablan español. Dos mexicanos que se alojaban en el hotel, conocedores del idioma mandarín, intercedieron para que denunciaran, ante un fiscal federal, lo que les habían contado Chow y el secuestrado Lam, que apareció ayer. Anoche se aguardaba que la declaración del empresario en sede judicial, traductor mediante, permitiera aclarar lo sucedido.