El caso es capaz de superar la más dramática trama de ficción. La protagonista es una chica de 16 años que logró escapar de una red de prostitución para salvar a sus dos hermanitas, de 11 y 14, explotadas sexualmente por su propia madre. No es todo: como el proxeneta se instaló en su propia casa y se hizo amigo de su padre, la chica tuvo que recurrir a una ex maestra de su pueblo, hoy integrante de una red de trata en la provincia de Misiones. Las dos hermanitas fueron rescatadas el martes por la Policía Federal en un burdel de la localidad bonaerense de Pablo Podestá.

Las dos niñas menores fueron rescatadas de dos locales ubicados en Santiago del Estero al 9600 y al 2100 de Pablo Podestá. En un allanamiento realizado en forma simultánea en la ciudad misionera de Puerto Iguazú, donde fue detenido el reclutador, quien había seguido hasta allí a la chica de 16 años, que se había fugado. También fue detenida la madre de las niñas, una mujer de 36 años que puede enfrentar penas de hasta 25 años de prisión.

La mujer había vivido con su esposo y sus tres hijas en Puerto Iguazú, pero se había separado en febrero pasado, cuando viajó a Buenos Aires. Aquí conoció a un hombre de 35 años, quien se dedicaba a regentear burdeles y a traer chicas jóvenes desde el Paraguay y el norte del país para prostituirlas. Luego de incorporar a la mujer para la explotación de sus locales y de iniciarla en el consumo de drogas, la convenció para que trajera a sus hijas menores, que habían quedado al cuidado de su ex esposo.

Fuentes de la investigación dijeron que el reclutador viajó a Puerto Iguazú para conocer a las hijas de la mujer, lo que le dio pie para entablar una relación amistosa con el padre de las chicas. De esta forma, a la madre le fue más fácil convencer al ex marido de que dejara venir a la mayor de las hijas, con la excusa de que trabajaría como niñera en Buenos Aires.

Apenas llegó a Buenos Aires, la adolescente fue recibida por el reclutador y la regente de los burdeles, tras lo cual fue sometida a “un mes de ablande”. Durante ese tiempo, la niña fue trasladada a Villa Carlos Paz, donde fue violada en reiteradas ocasiones, drogada, y sometida a golpes y todo tipo de vejámenes.

El reclutador convenció entonces a la madre para traer a sus otras dos hijas de 11 y 14 años. Cuando las niñas llegaron a Buenos Aires, la mayor de las hermanas, asustada por lo que iban a vivir sus hermanitas, convenció al reclutador para volver a Misiones con la excusa de traer a unas chicas que ella conocía para trabajar para él. Aunque le permitió hacer el viaje, el reclutador la siguió hasta Puerto Iguazú: se alojó en la casa del padre de la adolescente con quien había trabado amistad. La adolescente no se animó a decirle al padre lo que pasaba, y el reclutador sospechó que todo era una maniobra de la chica. “Sos una mentirosa. Vas a ver lo que te va a pasar”, le dijo a la chica mediante mensajes de texto.

Fue entonces cuando decidió contarle todo a Marcelina Antúnez, integrante de una organización que se dedica en Misiones a combatir la trata de personas. Antúnez, además, había sido maestra de la adolescente cuando estudiaba en Puerto Iguazú. La mujer convenció al padre de no actuar contra el reclutador que vivía en su casa, hasta que las dos niñas de 11 y 14 años, que todavía estaban en Buenos Aires, estuvieran a salvo.

Finalmente, Antúnez y el padre de las nenas hicieron la denuncia en la delegación de la Policía Federal en Misiones y, luego de dar intervención al juez federal de la localidad de Eldorado y de recibir el testimonio de la joven que describió con lujo de detalles dónde estaban ubicados los burdeles en Buenos Aires, ordenó allanamientos y la detención del reclutador.

Las hermanas menores quedaron a resguardo de la Oficina de Rescate y Acompañamiento a Personas Damnificadas por el Delito de Trata del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, y reciben ayuda psicológica, jurídica y médica.