Jueves, 9 de octubre de 2008 | Hoy
ECONOMíA › BAJA LA TASA FRENTE AL COLAPSO DE LOS BANCOS Y EL TEMOR A CORRIDAS
Por Eduardo Febbro
Desde París
Los liberales se aflojaron el nudo de la corbata. La crisis financiera se cobró ayer otra víctima ideológica. Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo, accedió a bajar las tasas de intereses. Se trata de una medida que no tiene precedentes en la historia de esta institución que, hasta ahora y pese a los reiterados pedidos en ese sentido formulados por los ministros de Economía de la Unión Europea, se había negado a mover las tasas. La BCE bajó los tipos de interés en la eurozona en medio punto con lo cual la tasa quedó en 3,75 por ciento. En nombre de la lucha contra la inflación, Jean-Claude Trichet había cerrado la puerta a toda modificación hacia debajo de las tasas. Esta decisión se inscribió en una acción coordinada con los grandes bancos estatales. La Reserva Federal estadounidense (Fed) y los bancos centrales de Canadá, Inglaterra, Suecia y Suiza procedieron a las mismas correcciones para respaldar a los mercados que aún están en plena estampida (ver página 3). Trichet es así el tercer personaje de esta saga que modifica su postura inicial, lo que torna aún más espectaculares los estragos de la crisis. Crisis financiera y crisis de fe que ya alcanzó al secretario del Tesoro norteamericano, Henry Paulson, ferviente partidario de la desregulación a ultranza que terminó proponiendo un plan de rescate de 700 mil millones de dólares. El segundo fue, ayer, el primer ministro británico, Gordon Brown, quien lanzó un plan de recapitalización de los bancos. El plan, que contempla la nacionalización parcial de los más importantes bancos del país, le costará al contribuyente casi 90.000 millones de dólares. El tercero fue Trichet. Anoche, el presiente del BCE terminó interpelando a los operadores de los mercados financieros para que “recuperen el juicio”.
Ninguna de estas medidas calmó las angustias de los mercados. Las bolsas europeas volvieron a saltar el miércoles del todo a la nada. En París, el índice CAC 40 llegó a perder en la mañana casi 9 por ciento. Las autoridades interrumpieron las operaciones durante varios minutos. La bolsa parisiense cerró con un retroceso de 6,4 porciento, la de Francfort –primera Bolsa europea– cayó 5,9, en Madrid el Ibex-35 terminó con una pérdida de 5,2 y la Bolsa de Londres cerró también 5,2 por ciento en negativo. Los megarrescates que se fueron aplicando desde hace una semana dejan a los inversores en la zanja de la desconfianza. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, anunció para “las próximas horas” una “respuesta global y coordinada” de Francia y de la Unión Europea a esta crisis financiera. “No puede haber respuestas aisladas a los desafíos globales”, agregó el mandatario durante la primera edición de la World Policy Conference, un evento organizado por el instituto francés de relaciones internacionales, en la localidad de Evian. Francia adelantó luego que el gobierno creará una nueva “estructura legal” para poder intervenir rápidamente y apoyar a los bancos en apuros. ¿Cuál es la solución? Los economistas coinciden en señalar que lo que falta es justamente una imagen fuerte de concertación entre los principales actores de esta crisis. En este sentido, Jean-Hervé Lorenzi, presidente del Círculo de Economistas de Francia, explicó al diario Le Monde que “únicamente la convocatoria rápida de un Bretton Woods financiero, de una conferencia mundial, permitirá que los mercados se calmen. Es preciso sentar a todo el mundo en torno de una mesa para tomar decisiones coherentes”.
La realización de esta idea parece haberse acelerado en las últimas horas. El primer ministro británico, Gordon Brown, le envió una carta a Nicolas Sarkozy –Francia preside actualmente la Unión Europea– pidiéndole un enfoque internacional y concertado a fin de garantizar los préstamos interbancarios y restaurar así la confianza entre los bancos. Brown constata en la carta que “el mercado del financiamiento a plazo medio está actualmente congelado en el planeta, con las consecuencias económicas potencialmente peligrosas”. Brown sugiere provocar la reactivación del mercado garantizando que “los préstamos a las instituciones financieras serán reembolsados”. La idea de Gordon Brown no es más que la constatación de una conducta bancaria inspirada en la desconfianza. Desde hace varias semanas, los bancos dejaron de prestarse dinero entre sí por temor a perder el dinero. Un experto citado por Le Monde observa que la crisis de confianza roza el absurdo: “El presidente de la República recibe a los bancos A y B para decirles que, pase lo que pase, él impedirá que quiebren y, sin embargo, los bancos rehúsan prestarse plata los unos a los otros”. La urgencia de una acción conjunta es un dato tanto más insoslayable cuanto que los analistas constatan que la gran quema de los mercados financieros se propaga ahora a la economía real. Los gobiernos surgidos de mayorías liberales corren hacia todas las direcciones con los flamantes cascos de bomberos del capitalismo al tiempo que intentan esbozar medidas estructurales para que todo no se venga abajo. El 54 por ciento de la opinión pública francesa está a favor de una reforma del sistema capitalista. Colmo del absurdo en una sociedad que eligió a una mayoría que tenía el propósito declarado de desregular, de privatizar y de disminuir el peso del Estado. La crisis transformó también la mirada hacia el Estado: segmentos importantes de la opinión pública anhelan hoy que muchos sectores de la economía estén controlados por el sector público.
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