Luis Alberto Spinetta tocó en una noche de diciembre, con la brisa del Río de la Plata soplando y el clima de fin de año como acompañamiento permanente. Sucedió ayer, en el cierre de una serie de eventos que la Vicejefatura de Gobierno porteño realizó en conmemoración del 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, bajo el lema “Chau prejuicio” y en coordinación con el llamado “Mes de la Inclusión, participación y derechos”. Como resultado, la plaza Niní Marshall de la Costanera Sur rejuntó a un público conformado por amantes de la música y la poesía, donde predominaban claramente la clase media y el amor por las genialidades del Flaco.

Aunque el espectáculo principal empezó alrededor de las veintiuna, el concierto estaba anunciado en afiches y páginas web para las quince. Eso causó que una cantidad importante de fans se vieran obligados a pulular por los alrededores de la Reserva Ecológica o la feria artesanal que está al lado, en busca de cualquier cosa que los ayudara a pasar el rato. Otros optaron por quedarse a disfrutar de las actuaciones de Pedro Chemes, Roberto Planta y La Chilinga. Todos, en menor o mayor medida, se broncearon. Hubo melodías, tambores y hasta un locutor que leía poemas. Nada de eso alteró lo que esperaba la gran mayoría, que era la figura siempre juvenil de Spinetta. Y finalmente apareció: remera negra, zapatillas blancas, lentes y una barba de día se repitieron en dos pantallas gigantes ubicadas a ambos costados del escenario.

La velada fue tomando color a medida que caía la noche y el artista desgajaba temas de “Pan”, con “Proserpina” como una de las piezas más efectivas del inicio. El clima íntimo que se iba moldeando a pesar de la cantidad de asistentes continuó con “Las cosas tienen movimiento” y “Viento celeste”. La banda curtió como siempre un virtuosismo disimulado que mantuvo a la figura de Spinetta en el centro, con un marco de luces azules y violetas. Llegaron así temas de la época cercana a Fito Páez, como “Todos estos años de gente”.

El Flaco viene participando desde hace tiempo de la movida que armaron los chicos del colegio Ecos luego de la Tragedia de Santa Fe, un accidente que se llevó la vida de algunos estudiantes a causa de la negligencia que reina en las rutas. A tono con esos reclamos, el músico tocó “Ocho de octubre” y la dedicó a todos los padres que sufrieron aquella pérdida. Sin embargo tampoco dejó en banda a los que habían ido a buscar clásicos, y convirtió a “Laura va” en una verdadera misa al aire libre. Regaló asimismo –y sin complicarse demasiado– versiones personales de creaciones ajenas, como “La guitarra”, de León Gieco y Atahualpa Yupanqui.

La organización estuvo a cargo de la Subsecretaría de Derechos Humanos y del Ministerio de Cultura del Gobierno porteño. La masividad del encuentro no llegó a ser molesta, y se podía verificar una convivencia pacífica entre familias y escuchas exigentes. Hubo fanáticos capaces de vetar cualquier comentario que excediera un nivel mínimo de decibeles, pero fueron los menos. La campaña “contra los prejuicios” que viene promocionando la administración Macri tiene como eje principal la celebración de dos fechas: el 3 de diciembre fue el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, y el 10 se cumplieron seis décadas de la Declaración Universal de los Derechos humanos. Las actividades finalizarán el sábado 20 a las 11 en el Planetario de la Ciudad.