SOCIEDAD › QUIEREN ECHAR A LA FAMILIA DE LOS ACUSADOS DE UN CRIMEN

Arequito, un pueblo que no tiene ley

Una multitud resolvió hacer justicia por mano propia: pidió que saquen del pueblo a las familias de presuntos delincuentes.Fue la derivación de una protesta tras el crimen de un custodio.

Arequito sigue en ebullición. Enardecidos, más de un millar de vecinos reunidos en la plaza central exigieron anoche al delegado comunal radical Julio Vidosevich que eche del pueblo a las familias de los detenidos por los crímenes del custodio muerto el lunes y de otra joven asesinada el año pasado, que viven en una villa, a unas quince cuadras del centro. “¡Que se vayan todos!, ¡que se vayan todos!”, gritaba el gentío, que se fue congregando después del multitudinario cortejo fúnebre que por la tarde despidió los restos de José Luis Cignoli. Como el delegado comunal, presente en la asamblea, se resistió al clamor popular y aclaró, micrófono en mano, que iba a actuar “de acuerdo con la ley”, un grupo se le avalanzó y quiso agredirlo. Vidosevich tuvo que escapar corriendo para esquivar los golpes y terminó refugiado en una casa cercana. Los vecinos decidieron pasar a un cuarto intermedio y hoy volverán a juntarse a partir de las 20 en el mismo lugar, para seguir deliberando cómo resolver el problema de la inseguridad en el pueblo.
“La gente quiere que echen del pueblo a los delincuentes que viven en una villa instalada desde hace 15 años, entre ellos los ahora detenidos por el asesinato. La indignación de la gente es porque los dos detenidos por el crimen tienen numerosos ingresos por distintos delitos en la policía, y esto demostró que entran y salen”, contó a la prensa, antes de la asamblea popular, el delegado comunal. Por el homicidio de Cignoli, asesinado en la madrugada del lunes de dos puñaladas, están presos Carlos Núñez y Jorge Bled, ambos de 30 años. Un hermano mayor de Bled, de nombre Víctor, también está tras las rejas como autor confeso del crimen de Estela Maris Godoy, de 26 años, ocurrido en julio del año pasado. Según señaló ayer Carolina, hermana de Cignoli, los delincuentes “estarían apañados” por políticos del pueblo, aunque aclaró que no sería el jefe comunal el que les daría protección.
Tras la pueblada del lunes, esta localidad del sur de Santa Fe, cuna de la cantante Soledad, amaneció ayer con los ánimos menos caldeados. La furia que el día anterior derivó en el ataque a pedradas a la comisaría, el intento de linchamiento de uno de los detenidos por el crimen y el incendio de dos autos, dejaron lugar a la tristeza. Todo Arequito cumplió una jornada de duelo por la muerte de Cignoli, custodio de un boliche, hijo de una familia tradicional del lugar, muy querido por los vecinos. La Municipalidad adhirió a la medida: las seis escuelas permanecieron cerradas y todos los comercios dejaron bajas sus persianas. Más de un millar de lugareños acompañó por las calles los restos de Cignoli. Alrededor de las 15, el único sonido que se escuchaba en el pueblo era el replicar de las campanas de la iglesia Nuestra Señora del Rosario. Marcaban el paso del cortejo fúnebre, que en silencio marchó detrás del féretro por Arequito. El entierro fue en el cementerio municipal, en medio de aplausos de los vecinos y lágrimas de los familiares.
Desde ahí, la gente fue marchando a la plaza San Martín. Y poco a poco el clima se fue recalentando. La bronca que el lunes apuntó a la jueza de Casilda con jurisdicción en Arequito, Silvia Nogueras, por haber dejado en libertad en otras oportunidades a los sospechosos del homicidio del custodio, ayer salpicó también al delegado comunal. Alrededor del mástil, con altavoces y micrófonos, cerca de un millar de vecinos, de todas las edades, desde el cura hasta chicos y ancianos, deliberó sobre qué medidas reclamar al gobierno local para poner freno a la violencia y a la inseguridad que, dicen, jaquea al pueblo. Sin dar nombres y apellidos, todos acordaron en que querían echar de Arequito a las familias de los detenidos por los dos crímenes. “¡Que se vayan todos!, ¡que se vayan todos!”, clamaba un grupo. Otros eran partidarios de desterrar sólo a las personas que tuvieran prontuario. La asamblea popular decidió como moción pedirle a Vidosevich que, junto con la policía, se dirija a “los domicilios” de la gente “indeseable”, en la villa cercana al centro, y “les pida que se vayan” del lugar. Algunos de los presentes, incluso, estaban de acuerdo en darles un apoyo económico para emprender el exilio.Al ser invocado directamente, el jefe comunal tomó el micrófono y habló a la multitud. Contó que por la mañana se había reunido con el ministro de Gobierno de la provincia, Ricardo Carranza, y que el funcionario le dio su “compromiso” de dar respuesta al problema de Arequito. “Vamos a actuar de acuerdo con la ley”, agregó. La negativa de Vidosevich al reclamo popular no cayó bien a la muchedumbre. Un grupo se le tiró encima y quiso agredirlo. El intendente se escapó de la plaza a las corridas, seguido por algunos manifestantes que pretendían pegarle. Terminó refugiado en una casa vecina.
Tras el episodio, la asamblea siguió sesionando. “Que venga la Gendarmería y vamos para allá y los sacamos”, propuso una de las señoras presentes. Algunos la apoyaron. Una docente, que hizo de moderadora, pidió mesura. “La policía no nos ampara. Hagamos un petitorio para que esta gente se vaya. No sabemos si mañana aparecerá otro vecino asesinado”, dijo otra mujer. Al final se acordó pasar a un cuarto intermedio hasta hoy a las 20, cuando volverán a la plaza para seguir deliberando.

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Una multitud acompañó a la familia de José Luis Cignoli, asesinado al lunes, en el sepelio.
 
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