Martes, 26 de noviembre de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › LA MUERTE DE RICARDO FORT, UN FENóMENO MEDIáTICO, PERO TAMBIéN SOCIAL
Tenía 45 años, una fortuna heredada de la empresa familiar FelFort, decenas de cirugías estéticas y, sobre todo, una fama conseguida a puro dinero y voluntad: quiso ser un personaje de los medios y lo logró. Ayer murió por una “hemorragia digestiva masiva”.
Por Soledad Vallejos
En la madrugada de ayer falleció Ricardo Fort, el mediático heredero de la tradicional fábrica de chocolates FelFort. Sufrió un paro cardíaco asociado a una “hemorragia digestiva masiva”, según informó la Clínica La Trinidad, en Palermo, donde se encontraba internado desde la semana pasada. Fort tenía 45 años y era padre de un niño y una niña de 9 años, mellizos. Su muerte fue informada por su cuñada Karina Antoñale, esposa de su hermano Eduardo, que a media mañana de ayer leyó el parte médico en la puerta del sanatorio y advirtió que no habría velatorio y que hoy se realizará una misa solamente para los familiares e íntimos.
A principios de este año, Fort había sido internado por una úlcera duodenal y en el último mes se había fracturado el fémur a consecuencia de una caída, por la que se había internado el jueves de la semana pasada. El fin de semana, había registrado un video para explicar a sus fans su estado de salud; en él, se había mostrado confiado en que su evolución sería favorable y sin problemas de gravedad. Sin embargo, en la noche del domingo al lunes su estado general se complicó como consecuencia de una hemorragia gastrointestinal, que terminó provocándole la muerte, algo a lo que los médicos se resignaron recién tras una hora de intentar reanimarlo. El heredero del 17 por ciento de las acciones de FelFort cargaba en su cuerpo más de 27 operaciones, en su gran mayoría con fines estéticos.
Emulando a la francesa Orlan (la artista que puso, literalmente, su cuerpo, para cristalizar en él el peso de las cirugías de la belleza de fines del siglo XX), Fort se había rehecho, literalmente hablando. Se había implantado talones artificiales para ganar altura; pómulos y quijada para dar más carácter a su rostro, originalmente de rasgos suaves; había subrayado los músculos de cadera, torso, brazos, con ayuda de intervenciones quirúrgicas sofisticadísimas. Los cambios originados en las operaciones habían terminado por dañarle la espalda. Los dolores eran crónicos y abrumadores. Procuraba paliarlos con calmantes fuertes, que dañaron su sistema digestivo de manera casi irremediable.
Ricardo Fort se volvió famoso porque lo buscaba. En 2009, pagó de su bolsillo un reality show sobre su propia vida, para el que había contratado tiempo de aire en algunas medianoches del canal América. Para entonces, ya era padre de los mellizos Marta y Felipe (llamados así en honor a la madre y el abuelo de Fort), que habían sido concebidos en 2004, en Miami, alquiler de vientre mediante; en el proyecto lo había acompañado su pareja durante muchos años, Gustavo Martínez.
Era el menor de tres hermanos, y, como ellos, tenía parte en la empresa de chocolates fundada por su abuelo Felipe. Durante muchos años, supuestamente por desavenencias con su padre, Carlos, que no aceptaba su homosexualidad, Fort se radicó en Miami, donde había comenzado el incesante proceso de intervenciones quirúrgicas sobre todo su cuerpo. Muerto su padre, en 2007, regresó al país y, aun cuando la administración de la fábrica era llevada adelante por sus hermanos Eduardo y Jorge, propuso algunas ideas para aggiornar la producción de una empresa tradicional en el mercado local, pero que se hallaba lejos del esplendor de otras épocas, como cuando dominaba el segmento infantil con los chocolatines Jack con sorpresa. La innovación de Fort fue producir en Argentina algo que era éxito en el mercado norteamericano: las barritas de cereal. Su idea reactivó los números de FelFort.
A poco de su regreso, Fort también dio rienda suelta a su voluntad de fama. Si en el reality de las medianoches se construía como un excéntrico de gastos desmesurados, viajes en avión privado y caprichos que siempre satisfacía sólo para plantearse nuevos desafíos al minuto siguiente, en el contrato que firmó con Marcelo Tinelli para participar en 2009 del segmento “Bailando por un sueño” en ShowMatch sería el estallido. Su presencia sumaba rating.
A fines de ese mismo año, decidió lanzarse a las tablas y alquiló un teatro en Mar del Plata para montar su primera obra, Fortuna, nada vagamente basada en la versión de sí mismo que venía construyendo. Para la pieza, de duración efímera y conflictos con el elenco, Fort alquiló el teatro Diagonal, histórico espacio fundado por anarquistas marplatenses. Ese mismo verano, iniciado 2010, su estrella amenazaba con opacar a la clásica de los veranos de La Feliz, Mirtha Legrand. Bastaba que se anunciara su presencia para convocar públicos fanatizados por el aura del millonario televisivo. En ese tren, fue la figura especialmente contratada por un balneario para instalarse en la temporada: a él le bastaba concurrir con su novia del momento y mencionar a Fortbeach en las entrevistas que concediera para mantener en alto el interés. Año y medio después, una pelea al aire con el coreógrafo Flavio Mendoza le valió el fin del contrato con Tinelli.
Desde entonces, su presencia mediática fue errática, y en ocasiones se sostuvo a fuerza de conflictos con otros personajes famosos. En los últimos meses, también había concurrido a estudios de televisión para hablar sobre sí mismo, pero ya no en términos de proyectos, consumos desmesurados o peleas, sino para referir y explicar cómo se encontraba de salud, sobre la cual arreciaban los rumores.
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