Jueves, 27 de marzo de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › OPINION
Por Leonardo Grosso *
Es lo primero que me sale. Impunidad es lo que generó el Tribunal Oral N°2 de San Martín cuando decidió absolver a Gustavo Rey por el beneficio de la duda de un doble homicidio agravado por su condición de funcionario de la Policía Bonaerense 2. Una vez más la Justicia convalida el gatillo fácil cerrando el círculo de injusticia que garantiza que este terrible flagelo siga existiendo.
Bronca, no odio. El odio es gorila. La bronca la mamamos de Evita. Esa misma que ella sentía cuando alguien se metía con sus descamisados. Se me vienen a la memoria tantos que ya no están: desde Felipe Vallese, los fusilados de José León Suárez, hasta Sebastián Bordón y Luciano Arruga. Vuelvo a la bronca. Y no hay dolor suficiente que nos paralice. Menos la bronca. Nos da más fuerza. En cada injusticia vemos los argumentos para continuar la lucha todos los días.
Algunas certezas tenemos. Franco y Mauricio, los pibes de La Carcóva, con acento en la o, como dicen en el barrio, tenían 16 y 17 años. Toda una vida por delante. Ellos fueron a ver qué pasaba en su barrio y se encontraron con la represión policial. Recibieron tiros de plomo por la espalda y murieron en el lugar. A Joaquín le pasó lo mismo y por suerte sobrevivió. Tenemos la certeza también de que el 3 de febrero de 2011 hubo una Masacre en La Carcóva.
El Tribunal (Garibaldi, Castro y Carreira) tiene dudas y en base a esto absolvió al único imputado por el doble homicidio y condenó sólo al que, según sus propias declaraciones, la Policía Bonaerense había puesto como “chivo expiatorio” para encubrir a los verdaderos responsables del operativo, sin perjuicio de que fue él quien disparó sobre Joaquín por la espalda y con plomo.
Con la certeza de que fue la Policía Bonaerense, el Tribunal decidió ser cómplice, dejar que estas muertes quedaran impunes, pero no sólo el Tribunal, también el gobierno de la Provincia de Buenos Aires y su Ministerio de Seguridad –en aquel momento– a cargo de Ricardo Casal. Nunca colaboraron, de hecho eligieron el silencio corporativo de una fuerza descompuesta, como es la Bonaerense.
Nosotros decidimos militar por la justicia, defender a los que todavía no les llegó tanto la década ganada, a los que viven en el barro. Porque eso somos. Eso que los jueces no sólo no conocen, ni siquiera comprenden. Es verdad que hace apenas 10 años hubiese sido imposible siquiera llevar al banquillo de los acusados a dos policías, pero no nos dio la nafta, la relación de fuerzas. Parece que para la Justicia la vida de dos pibes cartoneros vale menos que la carga de un tren privado. Ahora, la tarea pendiente es que todos podamos ser iguales ante la Justicia.
“Acá no se rinde nadie”, decía el comandante Hugo Chávez, y nosotros con el ejemplo de las Madres, las Abuelas, los HIJOS y tantos que lucharon por la búsqueda de justicia, seguiremos construyendo para que la Justicia se haga popular. Vamos a apelar, seguiremos el camino institucional, pero también el camino de la lucha popular que nos trajo hasta acá. Alguna vez se dijo: “Si no hay justicia, hay escrache”.
No olvidamos, no perdonamos. Justicia por Franco y Mauricio. Justicia por los miles de pibes asesinados en democracia por la policía. ¡Ni un pibe menos!
* Diputado nacional, FPV-Movimiento Evita.
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