Viernes, 26 de febrero de 2016 | Hoy
SOCIEDAD › PLANEAN SACRIFICAR UNOS 200 LEONES EN ZIMBABWE
Tras la polémica por la muerte del famoso Cecil, ese país prohibió la caza de leones. Ahora, la reserva Bubye Valley planea sacrificar ejemplares para evitar la superpoblación.
Al borde de alcanzar el límite de población, la reserva privada Bubye Valley de Zimbabwe estudia sacrificar a unos 200 leones al no poder hacer uso de una “caza responsable” para regularla, ya que el gobierno decidió prohibirla en julio pasado tras la agonía y muerte del león Cecil. La baja de numerosas especies animales es atribuida presuntamente a la sorpresiva superpoblación de leones. Pero la sola posibilidad de avalar un sacrificio para ellos generó polémica, y el director de la reserva privada fue por ello duramente criticado. La caza de felinos todavía es legal en varios lugares de Africa, aunque mediando importantes cantidades de dinero que se emplean para financiar los esfuerzos por preservar su hábitat. Mientras se aguarda que otro parque acepte algunos leones, baja ostensiblemente la presencia de cazadores norteamericanos en esa nación del sur africano.
Los leones son un tema muy sensible en Zimbabwe desde que la muerte de Cecil a manos de un cazador estadounidense ocupara la atención de la prensa mundial. El popular Cecil tenía 13 años y era amigable con los visitantes. Por entonces, Walter Palmer levantó una ola de indignación en su contra tras matar a la principal atracción turística del Parque Nacional Hwangeal, usando carnada para hacerlo salir de un área protegida. Pero él aseguró no haber hecho nada malo. “Lamento profundamente que una actividad que amo y que practico responsablemente y de forma legal haya acabado con la muerte de este león”, se excusó en ese momento.
Palmer, un dentista de Minnesota, por un tiempo debió dejar de atender a sus pacientes por las airadas protestas de manifestantes conservacionistas frente a su consultorio. Su esposa y su hija llegaron a ser víctimas de actos de intimidación a través de las redes sociales. El odontólogo negó haber pagado 50 mil dólares para matar a Cecil y también rechazó que el animal cazado haya muerto por herida de bala al asegurar que utilizó una flecha. Por su parte, los dos guías de Palmer enfrentan un juicio por cacería furtiva y podrían recibir hasta 15 años de cárcel.
Según denunció la organización Protecting African Lions, la población de leones en el continente se redujo de 200 mil en 1960 a unos 25 mil en la actualidad. Pero parece que en la reserva zimbabwense de Bubye Valley ocurrió lo contrario: de 17 que había en 1999 pasaron a contabilizarse entre 503 y 522 leones, “una cifra que sólo se puede mantener si se permitiese cazar a algunos de ellos, lo que además generaría ingresos adicionales”, argumentó Byron du Preez, director del predio, de unos 3 mil kilómetros cuadrados. Asimismo, Du Preez reconoció que la idea de sacrificarlos “se discutió, pero por ahora no será necesario”.
Desde Bubye Valley afirman que el problema con estos grandes felinos es que provocan el descenso no sólo de sus presas naturales –como el kudú, el facóquero o la jirafa– sino también del resto de depredadores. “Los leones son muy agresivos con la competencia y no dudan en matar leopardos, guepardos, hienas y cualquier otro depredador que encuentren”, alertó Du Preez. Una opción sería hallar otro parque que acepte acoger a los leones que supuestamente “sobran”, como se hizo el año pasado con algunos rinocerontes de la reserva de Malilangwe, que fueron trasladados a Botswana.
Tras la muerte de Cecil, muchos piden que no se confunda un acto ilegal con la “cacería responsable”, la misma que habría permitido a otro cazador pagar 350 mil dólares por el derecho a matar a un rinoceronte negro en Namibia a inicios de 2004. Cabe destacar que ese país africano permite la caza de cinco rinocerontes negros cada año y el dinero se emplea para financiar los esfuerzos por preservar su hábitat.
“Aunque suene raro, los cazadores de trofeos estadounidenses juegan un rol de gran importancia para la protección de la vida salvaje en Tanzania”, explicó Alexander Songorwa, director de temas de vida salvaje del Ministerio de Recursos Naturales y Turismo de ese país africano. “Los millones de dólares que esos cazadores gastan para ir todos los años en safari ayudan a financiar las reservas de vida silvestre, el manejo de las áreas naturales y los esfuerzos de conservación en nuestro país”, afirmó.
Exactamente lo contrario sostiene Jeffery Flocken, del Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW). Si bien el activista reconoce que las licencias para caza generan millones de dólares para Africa, “la cacería es un deporte sangriento; en cambio, la observación de la naturaleza y los safaris fotográficos generan de hecho miles de millones”.
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