SOCIEDAD

Un alerta de Greenpeace en España por la soja transgénica argentina

La filial española de la organización ecologista frenó un embarque en el puerto de Málaga. Dicen que “destruye el medio ambiente”.

La soja transgénica, tan cuestionada en la Argentina por las organizaciones sociales, también tuvo su revés en España: militantes de Greenpeace impidieron durante doce horas que un buque procedente de Buenos Aires descargue el producto en el puerto de Málaga y denunciaron que la oleaginosa destruye el medio ambiente de los países donde se la cultiva. Durante los últimos años, las corporaciones cerealeras resaltaron los beneficios del “boom de la soja” en la Argentina, pero la última semana una investigación de la publicación New Scientist calificó la experiencia criolla como el paradigma de la inseguridad agropecuaria.
Desde las 3 hasta las 15 de ayer –hora de la Argentina–, activistas de la organización ambientalista a bordo del barco “MV Esperanza” interceptaron el buque “Winner”, que pretendía descargar en el puerto de Málaga 9000 toneladas de soja transgénica de procedencia argentina. Los militantes subieron a las grúas del buque e imposibilitaron la descarga de los transgénicos. En las pancartas de la organización se podía leer “transgénicos = destrucción” y “España no quiere transgénicos”.
El coordinador de Greenpeace España, Juan Felipe Carrasco, dijo a Página/12 que “la soja transgénica no alimenta al mundo, a pesar de lo que dice la propaganda de empresas como Monsanto. La soja transgénica destruye el medio ambiente de los países donde se cultiva, por ejemplo de la Argentina. Invitamos a los ciudadanos del mundo a ejercer un consumo responsable presionando a sus representantes políticos para que rechacen los transgénicos y favorezcan una agricultura sostenible que alimente a toda la humanidad”.
La organización también reclamó el cumplimiento del Protocolo de Cartagena sobre bioseguridad, que establece estándares mínimos para los movimientos internacionales de transgénicos: la obligatoriedad de que figuren los nombres comunes, científicos y comerciales de los organismos modificados genéticamente así como los códigos de esas manipulaciones. La carga bloqueada ayer pertenece a la empresa Nidera, que junto a Monsanto, Cargill y Bunge son las corporaciones que dominan el mercado de los transgénicos en la Argentina.
La protesta coincidió con la publicación de un duro informe de la revista científica New Scientist que, bajo el título “Argentina, cosecha amarga”, afirma que “muchos ven la experiencia de la Argentina como una advertencia de lo que puede suceder cuando la producción de una sola commodity para el mercado mundial toma primacía sobre la seguridad alimentaria. Cuando esta commodity se produce en un sistema de monocultivo, con el uso de una tecnología nueva y relativamente inexperimentada provista por compañías multinacionales, la vulnerabilidad del país es total”.
En el informe se detalla que en la Argentina y Estados Unidos se origina el 84 por ciento de los cultivos Genéticamente Modificados (GM) –sinónimo de transgénicos– del mundo y recomienda a todos los países que quieran sumarse a la siembra de soja transgénica que “miren la experiencia de la Argentina para ver lo malo que puede ser” involucrarse con este tipo de prácticas.
En la Argentina, la fiebre de la soja impulsó la expansión de la frontera agrícola, destinando a la producción tierras que no eran para siembra. Esto significó la deforestación del monte santiagueño, la extinción de las yungas salteñas y la desertificación del Impenetrable chaqueño, según denuncian las organizaciones ambientalistas y los pueblos originarios. Además, la incorporación de estas nuevas tierras para la agroexportación también se hizo muchas veces a través de la expulsión violenta de las familias campesinas y los pueblos aborígenes.
En el país, casi la totalidad de los cultivos de soja es transgénica, es decir genéticamente manipulada para tolerar el agroquímico que produce Monsanto, la misma multinacional que tiene el derecho de propiedad sobre la semilla de la soja y que impulsa –junto con otros grupos económicos– campañas mediáticas resaltando las ganancias que se obtienen porcomercializar el producto. En la otra vereda, organizaciones sociales nucleadas en el Foro por la Tierra y la Alimentación y la Red Alerta Transgénicos advierten que el país está a un paso de ser una “republiqueta sojera” y afirman que el monocultivo de soja funciona como el modelo de la Convertibilidad de la última década: “La fiesta de hoy será la tragedia de mañana”.

Informe: Darío Aranda.

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Militantes de Greenpeace impidieron la descarga de la soja.
 
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