SOCIEDAD › MANTIENEN CAUTIVO DESDE HACE TRES DIAS A UN EMPRESARIO
Un secuestro con aristas extrañas
Se trata de Rubén Vidal, fabricante de bicicletas de Lanús. Había denunciado a la policía por el tráfico de drogas y a la intendencia de Manuel Quindimil por cobrarle un departamento para habilitar una obra. Piden 100 mil dólares como rescate.
Por Horacio Cecchi
Mientras todas las expectativas se centraban sobre la suerte corrida por Nicolás Garnil, el adolescente de San Isidro secuestrado el domingo, ayer trascendió otro caso, esta vez en la zona sur, más precisamente en Lanús. Se trata de Rubén Vidal, inventor y fabricante de un modelo de bicicletas portátil, raptado el martes 27, a las dos de la tarde, mientras se dirigía hacia la municipalidad. La esposa de Vidal informó a la prensa que le habían reclamado el pago de 100 mil dólares, y añadió, desesperada, que no tenía semejante suma. Sobre Vidal circularon diferentes versiones que buscaban explicar su desaparición, entre ellas una que apuntaba a denuncias del propio Vidal sobre zonas liberadas para el tráfico de drogas, y otras que apuntaban a actos de corrupción en la intendencia de Manuel Quindimil. Durante la tarde, Juan Carlos Blumberg visitó a los padres de Garnil. Antes, tanto Blumberg como un párroco de San Isidro, denunciaron que en la zona se produce “un secuestro express por día” (ver recuadro).
A diferencia de otros casos, el caso de Vidal tomó trascendencia pública de la mano de un familiar directo de la víctima: su esposa, Claudia, quien en estado de desesperación dijo a la prensa que “desde el martes no aparece. Hubo un solo llamado, ayer (miércoles) a las seis de la tarde, en el que dijeron que teníamos que pagar 100 mil dólares para poder tenerlo de vuelta”. La mujer, a través de los medios, imploró a los secuestradores que volvieran a comunicarse con ella. “No puedo negociar nunca con esa suma de dinero porque no la tengo, necesito que me llamen para explicarles”, dijo.
Que el hecho, a diferencia de la mayoría de los secuestros, haya trascendido, tiene alguna explicación en que la banda demoró un día en comunicarse. La mujer, casi en tono de justificación, confesó que había presentado la denuncia porque la demora la llevó a creer que su marido había sufrido un accidente. De todos modos, algunos detalles transforman el caso de Vidal en uno fuera de lo común. La enorme mayoría de los secuestros en zona sur son express. Habrá que recordar, sin embargo, que el de Antonio Echarri, ocurrido en Avellaneda, no fue express.
Por otro lado, alrededor del caso Vidal surgieron versiones que, al menos, tiñen con otras connotaciones su secuestro. Una de ellas menciona que la víctima había denunciado que Lanús es zona liberada para la venta de drogas. Según Claudia, “él denunció que aquí (Lanús) se vende droga y ni los políticos ni la policía hacen nada para evitarlo”. También trascendió que en 2002, Vidal, que por entonces tenía una empresa constructora, denunció haber tenido que “pagar una coima de un departamento para que le habilitaran un edificio que construía”. Los dardos, obviamente, estaban dirigidos a funcionarios de la intendencia de Quindimil. Para colmo, la misma Claudia reconoció que su marido, hace una semana, había participado en una marcha a la comisaría 1ª, en protesta por un homicidio en un correo.
Los reclamos vecinales tienen siempre un ancla en la realidad: para el caso, la comisaría 1ª es conducida por Edgardo Budo desde hace nada menos que 8 años. De Budo, los vecinos dicen que cena en Puerto Madero y que conduciría un Mercedes Benz. En la comisaría de Valentín Alsina, donde vive Vidal, hay otro comisario recientemente ascendido pese a que en su historial figura una escandalosa detención. Se trata de Gustavo Reale Scavo, detenido junto a otros 16 uniformados en diciembre de 2000, cuando estalló el escándalo de las horas cores (extras) del Comando de Patrullas de Vicente López, donde los jerárquicos extorsionaban a sus subalternos reteniendo un porcentaje del dinero que cobraban por su trabajo.
El último detalle que hace parecer diferente el caso es la demora de un día en el llamado de la banda. Habitualmente, la primera comunicación es inmediata (si es un secuestro express) o demora unas horas. En ese contacto no sólo anuncian el secuestro y exigen el rescate, sino que además advierten que no se avise a la policía. Una demora puede llevar a que se realice la denuncia, justamente lo que quieren evitar. No parece que lo hayan evitado en este caso. En todos los aspectos, el de Vidal es un secuestro extraño.
Del otro lado del Conurbano, en San Isidro, la tensión va in crescendo desde que desapareció Nicolás Garnil, de 17 años, el domingo pasado a las 19. Al menos, el monto del rescate bajó de los iniciales 500 mil a 200 mil, y ayer, fuentes del caso revelaron a este diario que habían llegado a 40 mil. De todas formas, esta última cifra viene de la mano de una de las dos versiones que rodean el caso Garnil: la que dice que la familia ya se comunicó con los secuestradores alrededor de una treintena de veces, que las negociaciones estaban muy avanzadas y que se aguardaba el pago y la liberación para las últimas horas del día (anoche). Tan cierta como ésta, pero absolutamente opuesta, la segunda versión relacionada con el caso menciona que la banda ya era conocida en la zona por otros secuestros, y que su característica es llamar, regularmente, una vez cada cuatro días. O sea, se habrían comunicado como máximo dos veces. A todo esto, alrededor de las 19, la familia Garnil fue visitada por Juan Carlos Blumberg.