SOCIEDAD › VIOLENTO ROBO EN MAR DEL PLATA

Golpes y torturas

Había elegido ese barrio marplatense, El Sosiego, para vivir tranquilo luego de sufrir un infarto. Pero al contrario de lo que pensó, Constantino Salerno pasó la peor noche de su vida en la casa que está construyendo de a poco. Junto a su mujer fue asaltado por dos delincuentes que lo golpearon, amordazaron y amenazaron con prenderlos fuego. La tortura fue terrible: trataron de picanearlos y hasta realizaron un simulacro de fusilamiento. Aunque Salerno es periodista de una radio local, no hay indicios por el momento de que este hecho tenga relación con su trabajo.
Cerca de la 1 de la madrugada de ayer, Constantino Salerno ingresaba su camioneta a su casa cuando fue sorprendido por dos delincuentes que le exigieron que abriera la puerta de la vivienda. “Les ofrecí que se llevaran el vehículo pero no quisieron, me encañonaron y tuve que abrir”, contó a Página/12 el jefe del departamento de Noticias de FM Eclipse. Una vez adentro –donde estaba durmiendo la esposa de Salerno, Ana Salvi– los dueños de casa fueron atados y amordazados, mientras los ladrones revolvían todo en busca de dinero. “Durante dos horas y media fue como si pasara un huracán”, graficó Salerno.
Los detalles son escalofriantes. Luego de rociarlos con alcohol, amenazaron con incendiarlos. Después “agarraron unos cables del teléfono para picanearnos pero no pudieron porque saltó el disyuntor y se cortó la luz”, dijo el periodista. Tras advertirles que tenía problemas de corazón –Salerno se hizo tres by pass– “me pusieron un cuchillo en la aorta y lo mismo hicieron con mi esposa”. Los ladrones encontraron algo de efectivo y 600 dólares que eran la herencia de la mamá de la víctima, y se llevaron además algunas alhajas y otros efectos personales.
“Cuando me tenían maniatado en el living me dijeron ‘sos periodista’, pero fue el único momento en que hicieron mención a mi profesión”, relató Salerno, de 56 años. Su programa es político, aunque también trabaja con el tema de la seguridad. Antes de irse, los ladrones los encapucharon y gatillaron el revólver cerca de su cabeza. “Quedé petrificado pensando lo peor, pero se repartieron las cosas y se fueron”, recordó.

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