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El 4 por ciento de la población de extranjeros en España es argentina. Así lo determinó un informe del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de ese país sobre la base de un conteo hecho hasta el 1º de enero de 2005. El porcentaje significa que 152 mil originarios de estas pampas viven allí, de los cuales, según datos del gobierno argentino, 60 mil están en situación irregular. Los números no incluyen los resultados preliminares del proceso de empadronamiento de trabajadores extranjeros iniciado en febrero pasado por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y que finalizará dentro de diez días. Pese a la difusión que se le dio a esa campaña, sólo el 33 por ciento de los “ilegales” argentinos inició esos trámites. El motivo central: los empleadores se niegan a “blanquearlos”.
Según los padrones municipales revisados por el INE, el total de extranjeros es de 3,7 millones de personas, el 8,4 por ciento de la población española, que llega a los 43,97 millones. El porcentaje aumentó respecto de 2003, cuando los extranjeros eran el 5,9 por ciento. Para el INE, el incremento se debe a las más de 650 mil inscripciones de ciudadanías durante el último año, de las cuales el 26 por ciento corresponde a oriundos de América del Sur, el 24 por ciento a europeos no comunitarios y un 19 a africanos. La cantidad de inmigrantes argentinos empadronados sobrepasó los 20 mil durante 2004.
Fuentes de la Cancillería argentina precisaron a Página/12 que de los 150 mil argentinos que viven en España, “60 mil están en situación irregular y, de ellos, 19.800 iniciaron los trámites de regularización en los consulados argentinos” (cifra que se enfrenta a la de 16.830 presentada por el INE).
Los números de la Cancillería indican que en los últimos tres meses sólo el 33 por ciento de los argentinos sin documentación emitida por las autoridades españolas se benefició con el plan de regularización, que dejará de recibir solicitudes el 7 de mayo. En diálogo con Página/12, la titular de la Asociación Argentinos en el Extranjero, Lorena Lores, evaluó que “el proceso de regularización fue casi un fracaso” y lo adjudicó a que “muchos no consiguen los precontratos de trabajo”, es decir el documento que debe emitir un empleador para que el inmigrante pueda legalizarse.
Lo cierto es que hay una importante cantidad de latinoamericanos que “necesitan tener una oferta de trabajo y no la consiguen”. Los requisitos para que un trabajador salga de su condición de empleado y ciudadano “irregular” se cumplen con la presentación de tres certificados: uno de empadronamiento, que registre su ingreso a España hasta agosto de 2004; uno de conducta, emitido desde el país de origen, dando cuenta de su falta de antecedentes penales; y otro de oferta de trabajo, en el cual está “el gran problema” porque depende del eventual empresario o comerciante contratista.
Según Lores, la falta de este certificado puede tener tres motivos: “El ciudadano no tiene trabajo, trabaja en forma irregular o el empleador no quiere hacer los trámites para regularizarlo porque le resulta mejor tenerlo en negro, que es lo que mayormente ocurre”. La Asociación, con sede en Galicia, trabaja junto con la Federación de Inmigrantes, que agrupa a representantes de distintos países latinoamericanos, una oficina donde además de tramitarse el inicio del visado se abrió una bolsa de trabajo que trabaja a todo vapor aunque consigue darles empleo a pocos. Mucho menos “luego de los despidos en masa de los últimos meses”, agregó.
Ante esta complicada situación, la organización hizo público un pedido de mayor flexibilización del sistema: “Estamos pidiendo –apunta Lores– que se amplíe el plazo del trámite para la regularización, que les den un visado temporal a aquellos que no consiguen trabajo a fin de que tengan tiempo de obtenerlo o que se le otorgue inmediatamente la visa al cónyuge de aquel que ya la tiene”.
Los 151.900 argentinos contabilizados por el INE se ubican en el sexto puesto entre los grupos de extranjeros más numerosos en la península ibérica. El ranking es encabezado por marroquíes y ecuatorianos, con casi500 mil. A ellos les siguen los rumanos, con más de 300 mil; colombianos, con 260 mil y británicos, 220 mil.

Informe: Adrián Figueroa Díaz.