Más de cien mil personas se trasladaron ayer hasta el santuario ubicado en la Ruta Nacional 123, a unos 230 kilómetros de la ciudad de Corrientes, para rendir culto al Gauchito Antonio Gil, en un nuevo aniversario de su muerte. Alrededor del visitado santuario, ubicado 745 kilómetros al noreste de Buenos Aires, se sitúan unos 120 puestos comerciales de diversos objetos y hasta un museo en honor a esta popular figura.

Desde distintas provincias del Norte argentino, pero también desde Buenos Aires y Paraguay, Brasil y Bolivia, muchos fieles llegaron hasta Corrientes. Ya desde el viernes se los podía ver buscando dónde hospedarse o lugares para acampar cercanos al santuario en el que se encuentran los restos del Gauchito Gil, en un lugar cercano al acceso a la ciudad correntina de Mercedes. Todos querían participar de las misas, los fogones y las celebraciones que se preparaban.

Allí se congregaron sus seguidores para hacerle pedidos y brindarle agradecimientos, como ocurre desde hace unos 20 años. Si recibe tanta atención y se transformó en una leyenda religiosa, es porque el Gauchito, durante el siglo XIX –en el que vivió– se dedicaba a ayudar a los más humildes de la comunidad, aunque las autoridades lo consideraban un bandido y matrero.

Tal vez por eso fue muerto por la policía hacia fines de ese siglo. Ahora, cada año se continúa la tradición en la que miles de fieles se acercan hasta la cruz de madera que corona su mausoleo a un costado de la ruta.

Fue en el aniversario del año pasado que por primera vez en la historia un obispo bendijo la fiesta. Se trató de Jorge Faifer, obispo de la diócesis de Goya. A partir de esa ocasión inaugural, en este aniversario fueron varios los sacerdotes que dieron misa y bendijeron las típicas velas y pañoletas coloradas que se atan en la cruz para que el Gauchito cumpla con lo que le solicitan sus seguidores.