Lunes, 22 de mayo de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › ESTALLIDO EN PUEYRREDON Y CHARCAS: DOS MUERTOS
Una pérdida de gas provocó la explosión de un departamento en Recoleta. Dos mujeres murieron y 14 personas resultaron heridas.
Una explosión en el cuarto piso de un edificio de Pueyrredón y Charcas, en Recoleta, provocó la muerte de dos mujeres, 14 heridos y destrozos en los vidrios de locales y departamentos de la zona. Según la policía, la causa fue una acumulación de gas en un departamento deshabitado que, por motivos que se investigaban, explotó y luego dio lugar a una deflagración que se extendió hacia arriba y abajo por el hueco de la escalera del edificio. “Sentimos que tembló todo, parecía una bomba, parecía que se nos vino el mundo abajo”, describió una vecina.
Poco después de las 13 de ayer, los almuerzos de los vecinos de parte del barrio de la Recoleta vivieron un sobresalto. En el departamento “B” del piso cuarto de Pueyrredón 1316, entre Charcas y Santa Fe, hubo un estallido que alteró el mediodía. Al parecer, todo se inició en un escape de gas, que se acumuló y finalmente detonó. “De acuerdo con las primeras pericias, se originó en la cocina del departamento, un monoambiente en el que, aunque vive gente, estaba vacío –explicó el comisario Daniel Rodríguez–. Fue una acumulación grande de gas que se mezcló con oxígeno, hubo una chispa, un detonante, que no sabemos todavía qué fue, y produjo la explosión.”
El superintendente de Bomberos, comisario general Vicente Herrán, explicó que la deflagración hizo lo que llamó “salto de rana, que hacen las llamas cuando abarcan las paredes e ingresan a los departamentos superiores”.
De acuerdo con fuentes vinculadas con la investigación del hecho, algunos vecinos habían advertido la semana pasada de un persistente olor a gas que provenía del departamento en el que se produjo la explosión. “La administración del consorcio avisó que se hicieron trabajos en el monoambiente sobre la red de gas, pero todavía no se pudo determinar si esto pudo tener alguna vinculación con la explosión”, afirmaron las fuentes.
Como consecuencia del hecho, una mujer con su hija, psicóloga, que se encontraban en la escalera del edificio, a la altura del séptimo piso, murieron asfixiadas y sus cuerpos luego quedaron carbonizados. El gas se convirtió en fuego y las llamas subieron hasta el octavo piso y bajaron hasta la planta baja. “Las puertas de los departamentos no están, se quemaron. Las paredes del departamento donde empezó se derrumbaron. Y las cerámicas de la escalera están quemadas y todavía están calientes”, dijo Rodríguez, cinco horas después del fuego.
Mientras tanto, los bomberos –que llegaron al lugar con cuatro dotaciones– y Defensa Civil inspeccionaban la estructura del edificio para evitar el riesgo de derrumbes. El balcón del quinto piso, justo arriba del centro del incendio, quedó destruido en parte y fue apuntalado con maderas. Los edificios contiguos fueron evacuados por los bomberos, que controlaban la seguridad de las estructuras y las conexiones de gas. Los departamentos del 1316 ya habían sido autoevacuados instantes después del estallido.
De los heridos, siete fueron llevados al Hospital Rivadavia, uno al de Quemados y seis al Fernández. “Un paciente tuvo un paro cardiorrespiratorio, hay pacientes con quemaduras, con traumatismos leves e intoxicados con monóxido de carbono”, indicó el ministro de Salud porteño, Donato Spaccavento. Pero por la gravedad de sus heridas, dos de las personas que llegaron al Fernández fueron derivados al Hospital de Quemados. Se trata de un hombre de cerca de 40 años y una mujer de alrededor de 20 que sufrieron quemaduras en gran parte del cuerpo y tienen comprometidas las vías respiratorias, según señaló Juan Carlos Ramari, jefe de guardia del Fernández.
La calle Pueyrredón fue vallada por la policía, para permitir que se limpiaran los vidrios rotos por el estallido, que cayeron a la calle y a la vereda, y para evitar que cristales sueltos cayeran sobre los transeúntes.
Igual que en otros comercios, en el restaurante Torcuato, de Charcas y Pueyrredón, los empleados barrían restos de vidriera. Detrás de uno deesos ventanales estaba Marianela cuando todo se sacudió. “Yo vivo en el edificio de al lado y estaba comiendo con unas amigas en el bar. De repente sentimos que tembló todo. Después, nos tiró para atrás y los vidrios se nos vinieron encima. Parecía una bomba, parecía que el mundo se nos vino encima; todo el mundo gritaba, creíamos que había sido en el subte”, relató a Página/12, con algunos dedos vendados y la campera salpicada con sangre.
Contenidos por una cinta de “peligro”, decenas de curiosos se apiñaron para ver qué pasaba. Entre ellos, toda una familia se destacaba por las caras angustiadas. “Mirá, están sacando cascotes de nuestro piso”, le decía él a ella sin poder quitar la mirada de aquel balcón.
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