Domingo, 25 de junio de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › OPINION
Pues Alemania ganó muy bien y merecía más goles y la Argentina sólo ganó, pero podríamos decir que México no merecía perder. Y para ganar necesitamos 120 minutos. La cosa se ha complicado un poco. La confianza en un triunfo cercano se ha llenado un poco de dudas. Si no fuera por el golazo de Maxi Rodríguez, todo hubiera dependido de si se tiraban bien o no los penales. México, un cuadro más bien humilde, jugó de igual a igual y nada le importaron los galones históricos de sus contendientes sureños. El viernes, Alemania-Argentina, el partido más esperado. Será difícil pero por ahí, un poco de suerte, y principalmente con juego superior a lo de esta noche, se llegue a la red germana con más presencia. Los nombres argentinos esta vez no estuvieron a la altura de aquel partido del 6 a 0. Los chiquitos mexicanos, muy bien, el aplauso para ellos.
Con respecto a Alemania, los hechos le dieron la razón a Menotti, quien aquí se mostró maravillado por la rapidez, la cohesión del equipo de Klinsmann (“Klinsi”) y porque juegan los noventa minutos sin mostrar fatiga y siempre empujando para adelante. Pero esperemos hasta el viernes si la cosa es tan así. Lo que sí es que Pekerman va a tener que saber bien ahora qué gente va a poner de entrada. Creemos que esta vez demoró mucho en poner a Tevez y Messi.
Bien, esta vez la alegría estuvo para el público alemán y muchos nervios para los argentinos, aunque nervios que luego pudieron traducirse en abrazos y cantitos.
Sí, claro, mucha alegría, en las canchas de fútbol, pero no en otros lugares de esta Alemania. Para miles de trabajadores, la noticia de la tristeza inmensa y la inseguridad del futuro. Al mismo tiempo que se festejaban los goles del seleccionado alemán, comenzaba para muchos trabajadores alemanes eso tan deprimente de recibir el telegrama de despido. El título principal de ayer de todos los diarios no fue de fútbol sino de máxima tristeza. La gigantesca empresa de seguros Allianz y su dependiente banco, el Dresdener Bank, han resuelto dejar cesantes a 7500 empleados. Para darse cuenta de lo que esto significa, habría que reunir a 7.500 personas y contarlos uno por uno. A los 30.000 cesantes anunciados de Volkswagen, ahora estos miles más. El diario Frankfurter Rundschau en su editorial se pregunta: “Es Alemania en realidad tan fuerte en economía como lo es en el fútbol como nos sentimos al ganarle a Suecia? ¿O somos sólo un caso de saneamiento? ¿Somos Titán o Titanic?”. La palabra saneamiento está escrita con ironía, ya que a la eliminación de puestos de trabajo se los denomina oficialmente “saneamiento”, cuando tal vez la palabra que mejor le cabe es la de “inmoralidad”. Porque la absoluta verdad es que la firma “Allianz”, al mismo tiempo señala que en el pasado ejercicio ha obtenido ganancias “record” de 4500 mil millones de euros. ¿Es humano esto? No, es así el sistema del primer mundo: sí, se ha ganado mucho, pero ¿por qué no ganar más si se automatiza todo aún más y se ahorran lugares de trabajo? El diario señala que a los “fans” del equipo alemán de fútbol no les va a gustar bailar en la cubierta del “Titanic”. Una figura cargada de la más cruda ironía. Lo que llama la atención es que justo ahora, en plena euforia por el Mundial de Fútbol, se da esta noticia. Los ejecutivos de las grandes empresas deben haber sonreído por la broma macabra, que no es sólo una broma sino que el sistema se lo permite. ¿Por qué no, entonces? Y hay que aprovechar la euforia del fútbol que ayuda en mucho a olvidar la realidad o dejarla para más adelante.
Las mismas ediciones de los diarios de ayer anunciaban las enormes ganancias que están obteniendo los canales de televisión con la publicidad que se han hecho con Franz Beckenbauer. En los avisos donde aparece el actual presidente de la Asociación Alemana de Fútbol, es decir, Beckenbauer, se han ganado 20 millones de euros. Aparece pateando pelotas de fútbol y luego se habla de la lotería del Postbank, el banco del correo. Con 9,7 millones de ganancias en euros, siguen los avisos del ex entrenador del equipo alemán Rudi Völler, y Klinsmann, el actual entrenador, les sigue con 6,8 millones seguidos por el ex jugador Oliver Bierhoff, con 4,2 millones. Claro, la plata se hace así. El actual arquero suplente Oliver Kahn hace también publicidad para la conocida comida chatarra de una conocida y odiada empresa norteamericana. Euros, dólares y deportes.
¿No se está exagerando con todo esto? ¿No se corre el peligro de que comience una corriente de hartazgo y desilusión con este deporte tan popular? Los ojos están puestos en Italia, donde la corrupción del fútbol está llevando a pensar en medidas que dispongan el descenso de los cuatro principales cuadros de fútbol a segunda división, porque se compraron y se vendieron todo.
Pero ya es medianoche aquí y hay que ir cerrando. Pero antes, las nuevas noticias sobre “Bruno”, el oso vagabundo que hace semanas recorre el paisaje alemán sin que haya podido ser atrapado. Ahora, han pensado en traerle una osa, que lo embobe y lo atraiga. Pensaron en una osa del zoológico, llamada Nora, pero ella ya tiene 14 años, es decir lo supera en casi diez el paseandero. Ni vieja ni osa polar, por aquello que puede ser fría. Al parecer prefiere ser libre.
Pero la tristeza de los que ya apuestan por “Bruno” es que a medianoche ha vencido el plazo que han dado las autoridades para cazar al fugitivo. Se tiene siempre el temor de que pueda atacar a seres humanos. Y se lo va a enfrentar con armas de caza. Se podría pensar en un gran final: cazarlo y hacerlo aparecer en el estadio de Berlín, como gran final del Mundial de Fútbol. En vez de hacer triunfar al nacionalismo vencedor, aplaudir en “Bruno” a un representante de la naturaleza que se resiste a los ataques de una civilización entregada al consumo cada vez más delirante.
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