Martes, 4 de julio de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › VECINOS DE MERLO ATACARON LA CASA DE UN ACUSADO DE HOMICIDIO
Un hombre mató a otro en un episodio confuso frente a su casa del barrio Matera. Amigos de la víctima intentaron quemar la vivienda. Un caso similar ocurrió la semana pasada en Moreno.
Por Cristian Alarcón
Anoche la calle Colodrero, en el barrio Matera, de Merlo, seguía prometiendo violencia. A la altura del 550, frente a la casa de Cosme Damián Ortiz, de 54 años, de nacionalidad paraguaya, padre de un oficial de la Policía Bonaerense, los vecinos intentaban sostener el piquete y cada tanto reiteraban la estrategia: tirar piedras desde lo lejos, desafiando la custodia policial para vengar a los toscazos la muerte de Marcelo García, el vecino de 38 años que a la madrugada había sido fusilado de un escopetazo por el dueño de casa, en un episodio por lo menos confuso. “Por lo que dicen los testigos, esta persona se acercó a un grupo que estaba tomando cerveza y haciendo mucho ruido para pedirle que se callara –le contó anoche a Página/12 una fuente de la fiscalía que investiga el crimen–. Ellos lo habrían golpeado y él quedó enganchado entre la vereda y la entrada a la casa, y de adentro Ortiz Martínez le disparó.” El supuesto asesino está detenido, acusado del homicidio: “La autopsia indica que lo mataron con su escopeta”, le dijo el investigador a este diario.
A casi una semana de la muerte de Lucas Ivarrola, el chico de 15 años asesinado el lunes pasado supuestamente por haber sido acusado de robar un televisor (ver aparte) en Moreno, esta vez el escenario del enfrentamiento entre vecinos de una misma cuadra en una zona pobre del conurbano se dio en uno de los barrios más grandes del partido de Merlo, Matera. Allí, según el relato que ante la Justicia hizo ayer Ana María de García, la madre de Marcelo, los enfrentamientos con el ahora acusado de homicidio no eran nuevos. Entre otras anécdotas, los vecinos contaron ayer que Ortiz le había “matado dos gatos” a la familia de la víctima. “Nos dice que Ortiz Martínez estaba acostumbrado a salir con la escopeta –con la que habría eliminado a García– a hacer disparos al aire ante algunos conflictos con los vecinos. Pero no nos consta aún si en este caso se trató de que quiso volver a hacerlo y le dio sin embargo a la víctima”, le dijo a este diario una fuente judicial.
Los problemas en Colodrero al 500 comenzaron a la medianoche del domingo. El fin de semana se había alargado para “unos cinco o seis muchachos paraguayos” que se reunieron en la vereda a tomar cerveza. Pero, según los familiares de García, las carcajadas y los gritos subieron hasta impedirle el sueño a parte de la cuadra. Fue por ese motivo, contaron, que Marcelo, un capataz padre de tres hijos, y vecino de “los paraguayos” hace varios años, salió acompañado por su cuñado de la casa donde también viven sus padres, para pedirles calma. Los otros no se lo tomaron bien.
“Marcelo estaba en mi casa –repasó Ana María– y se fue con mi yerno hasta la esquina donde unos seis paraguayos estaban gritando, por lo que mi hijo les dijo que bajaran la voz porque eran más de las 12 y la gente tiene que dormir.” Luego la mujer vio que lo llevaban a los empujones, como un bulto, por la calle y lo subieron a la vereda. Entonces escuchó un ruido que “salió de la casa del paraguayo”, por Ortiz, quien, para los investigadores sería conocido de los que habían sido increpados por García.
“Estos paraguayos según los vecinos eran unas moles terribles, y tras el disparo todos se dieron a la fuga. Son los que le pegaron al cuñado”, dijo uno de los investigadores. El cuñado de García continuaba anoche internado en Merlo por los golpes que le dieron, aunque ya estaba fuera de peligro.
Los investigadores intentan establecer quiénes eran estas cinco o seis personas. “Por un lado hay una persona detenida por el homicidio. Pero también investigamos otros dos hechos: las lesiones al cuñado de García y el saqueo y ataque a la casa del supuesto homicida”, informó la fuente.
Uno de los instantes clave para analizar el crimen es el del ingreso de García al antejardín de Ortiz Martínez. En principio se suponía que había sido arrojado hacia el lugar por los paraguayos en la pelea callejera que se dio tras el reclamo de silencio. Luego otras personas aseguraron que enrealidad García abrió las rejas para esconderse de sus agresores: lo mismo que había intentado hacer dos días antes de su muerte Lucas Ivarrola, perseguido por una patota del mismo barrio Las Perlitas, en Moreno.
Lo cierto es que en ese momento habría salido en supuesta defensa de su propiedad “el paraguayo” Ortiz. Esta vez, dicen, volvió a disparar al aire. Ayer en la fiscalía aún no determinaban si el disparo que mató a García fue ése, o si, como dijeron otros testigos, el muchacho forcejeó con su victimario y éste en esa pelea lo mató de un tiro calibre 16 en el estómago. El arma que la Justicia secuestró fue la escopeta. El padre de García ayer acusó del crimen al hijo de Ortiz, Nelson, oficial de la Bonaerense. “Lo que lo mató fue un tiro de 9 milímetros”, aseguraba el hombre. Sin embargo a última hora se conoció el resultado de la autopsia: murió por un escopetazo.
En el barrio la noticia sobre la muerte de García, un vecino conocido y apreciado por la mayoría, causó tal conmoción que, organizados y tal como ocurrió en Moreno, atacaron la casa del supuesto asesino. Con piedras fueron minando la reja, que finalmente cruzaron para abrir las puertas e intentar un saqueo. En la calle quemaron gomas viejas y aún después de que la fiscal Valeria Courtade ordenó una custodia del destacamento de Matera en el lugar seguían con los piedrazos. El barrio es un enclave de unas cien mil personas, que de alguna manera oficia de apéndice del Barrio Parque San Martín. El loteo de los terrenos data de fines de la década del setenta, pero la explosión demográfica se dio a principios de la década del noventa, le dijo a Página/12 el periodista Roberto Ayoub, director de Radio Propuesta, una emisora enclavada en un barrio similar y cercano a Matera.
“Lamentablemente –describió Ayoub– estos hechos ocurren cotidianamente. El enfrentamiento, la pelea, el delito común sobre todo la modalidad de escruche son habituales y continuos. Es común que haya tiros en los cumpleaños de quince o festejos de fin de semana con heridos o muertos. Antes era raro, ahora se ha hecho común.” Por su lado la directora de una de las escuelas de la zona aseguró que la inseguridad es mucha, pero “es la misma situación de todo el conurbano”. “Ahora vemos que quieren quemar todo porque la gente está exacerbada por lo que ve por los medios: cuando ve que otros lo hacen se anima más”, dijo.
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