Lunes, 10 de julio de 2006 | Hoy
El delincuente muerto durante el tiroteo del sábado por la noche, en Chile y Tacuarí, era un gendarme en actividad. También murió baleado el agente que intentó impedir el asalto.
Era tarde, era sábado y los chinos que atienden el supermercado de Chile 901, en el barrio de San Telmo, esperaban que los últimos clientes se retiraran para empezar a bajar la cortina. Pero el fin de la jornada en el mercado fue más agitada de lo habitual. Al menos dos hombres, según fuentes policiales, llegaron sin intención de comprar nada sino para robar. El conflicto trepó cuando uno de los compradores, un federal que estaba de franco, quiso evitar el robo. Entonces se desató un tiroteo que terminó con el policía y uno de los delincuentes muertos, mientras que otro escapó. Terminado el hecho, nada hacía pensar que el caído entre las filas de los malos fuera gendarme en actividad ni que cuando intentaran darle los primeros auxilios los médicos abrieran su campera y encontraran que debajo vestía el uniforme de la Gendarmería Nacional.
El policía que murió en el tiroteo era el sargento Alberto Manuel Encina, de 39 años. Trabajaba en la comisaría 4ª, a media cuadra del autoservicio donde ocurrió el asalto. Eran cerca de las 22, Encina estaba de franco, vestido de civil, y antes de seguir su camino hacia un servicio como adicional se detuvo a comprar en el mercado de la esquina de Chile y Tacuarí. “El suboficial estaba comprando su cena porque se iba a realizar tareas de adicional en la sede central del Banco Nación”, señaló un jefe policial.
Con Encina caminando entre las góndolas, dos hombres, al menos uno de ellos armado con una pistola calibre 9 milímetros, quisieron llevarse la recaudación de una de las cajas amenazando a la cajera. Un vecino que vio lo que sucedía llamó a la comisaría. Pero antes de que cualquier uniformado pudiera llegar, el sargento de civil intentó detener a los asaltantes. En esa tarea se trenzó en un forcejeo con el hombre armado e intercambiaron disparos. Tres de ellos, todos en el tórax, lo hirieron de muerte. Mientras que otros ocho balazos disparados por el arma policial mataron al asaltante. “Aparentemente, Encina cayó herido al suelo y ahí fue cuando repelió la agresión”, explicó la misma fuente. De acuerdo con la pericia balística se realizaron otros dos disparos que terminaron en distintos lugares del supermercado.
Según contaron fuentes policiales, con los dos heridos en el piso y ya con los hombres de la Federal en el lugar, los paramédicos comenzaron los primeros auxilios y al quitarle la campera al delincuente para tratar de atenderlo se encontraron con que vestía uniforme de gendarme. La sorpresa llevó a los policías a recurrir al Círculo de Suboficiales de la Gendarmería, ubicado a poco más de una cuadra del lugar, sobre Tacuarí. Algunos integrantes de esa fuerza que fueron hasta el sitio donde se desató el tiroteo reconocieron que se trataba de un compañero.
La confirmación por parte de la Gendarmería llegó ayer por la mañana. Aunque no dieron la identidad del fallecido, aseguraron que era un suboficial en actividad, de 32 años. También indicaron que desconocen las circunstancias de su muerte porque no participan en la investigación de lo sucedido. La policía especulaba con que el gendarme pensaba robar el comercio y luego utilizaría su uniforme para desviar la atención y evitar ser detenido.
Mientras tanto, los investigadores intentaban dar con un segundo hombre, que –a partir de los dichos de los testigos– suponen que se había quedado en la puerta del autoservicio cumpliendo con la función de campana. En la misma noche del sábado, la búsqueda por la zona con un helicóptero que iluminó los techos de los edificios no dio resultado. Por eso, las comisarías 22ª, 14ª y 2ª desplegaron un operativo en la zona.
Ayer, el supermercado chino parecía haber quedado detenido en el momento del asalto. A pesar de tener su puerta enrejada cerrada y con una faja del Juzgado Criminal de Instrucción 6, adentro todo estaba como en la noche del sábado. Un paquete de vainillas y un envase de quitaesmalte que alguna clienta dejó en el apuro seguían depositados en una de las cajas. Al lado de una banqueta que cayó en la pelea entre el asaltante y el policía yacían guantes de látex, un paquete de gasas abierto y una mancha desangre que alguien trató de limpiar con un trapo. No eran pocos los que se acercaban a ver. “¿Qué pasó?”, preguntaban los desinformados. “Hubo un asalto anoche, señor”, informaba el policía de consigna a los curiosos que no dejaban de mirar la escena.
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