Miércoles, 14 de marzo de 2007 | Hoy
Irene, John y Dino Hurtig, Horacio GB y Guillermo Bártoli aceptaron prestarse a la prueba del ADN a la que se negaban desde hace cuatro años y medio. Se leyó la causa por siete robos que condenó a Pachelo. Y escuchas que afirman la hipótesis del encubrimiento.
Por Horacio Cecchi
Finalmente, los cinco familiares de María Marta que se negaban a extraerse sangre para comparar su ADN con el de las muestras obtenidas en la escena del crimen aceptaron someterse a la prueba. Se trata de Horacio García Belsunce (hermano de MM), Guillermo Bártoli (cuñado), Irene Hurtig (hermanastra de MM y esposa de Bártoli), John (Juan) Hurtig (hermanastro) y Dino (Constantino) Hurtig (padre de los dos últimos y padrastro de MM), quienes ahora dicen que están dadas las condiciones. Además, durante el juicio, se continuó con la estrategia de la defensa de Carrascosa de sembrar sospechas sobre Pachelo. En contra de la estrategia de la defensa, también se leyeron desgrabaciones de escuchas telefónicas que cosechan sospechas pero sobre la familia y su entorno.
La aceptación del ADN es un tema tan controvertido como curioso. Y el caso García Belsunce, se sabe, está repleto de curiosidades. Ya los dos principales leit motiv de cada parte, o sea, Carrascosa por un lado y Pachelo por el otro, se prestaron a la extracción. El resultado, no para sorpresa, dio negativo en ambos casos. Pachelo, sin estar imputado, fue el primero que se presentó sin hesitar. En cambio, a Carrascosa le costó un poquito más. También entregaron sus venas abiertas el matrimonio de amigos y vecinos del Carmel Viviana y Sergio Binello, este último entre los procesados por encubrimiento. Y la masajista Beatriz Michelini y el médico Juan Gauvry Gordon, ambos procesados y ajenos al círculo familiar. En los cuatro también dio negativo. Lo mismo ocurrió con los guardias José Ortiz (otro pedestal que se le cayó a la defensa acusadora) y Norberto Glennon. Y con la amiga de Carrascosa, ex acusada de encubrimiento y sobreseída Pichi Taylor, también negativa en lo que se refiere al ADN y prueba caída para la fiscalía.
El resto, o sea los cuatro imputados de la familia más Irene Hurtig, se había negado a la extracción. Recientemente, los tres fiscales enfrentados a Molina Pico pero sentados a su lado también habían solicitado la prueba a Inés Dávalos, la esposa de Pachelo (y, según familiares y amigos de GB, la Dama de Rosa).
En definitiva, si fuera por el ADN, hasta ahora a María Marta la mató el grifo, tal como lo expresó desde el principio Carrascosa. Habrá que aclarar que el hecho de que la comparación de ADN dé negativo no indica que no se haya estado presente en la escena del crimen (esto es tan válido para Carrascosa como para Pachelo, un vigilador o cualquiera). Ni siquiera indica que no haya sido lastimado: habrá que recordar que las manchas de sangre, repartidas por todo el piso superior y no sólo en el baño, fueron lavadas a sabiendas de Carrascosa, destruyendo prueba imprescindible. Incluso en el extremo irrisorio de que se intentara lavar la sangre (sin saberlo, obvio) que ahora busca desesperadamente la defensa, por el solo hecho de que resultaba un espectáculo desagradable.
Ayer, durante el juicio, se continuó con la lectura de las causas llevadas contra Pachelo. En la ocasión se leyó la 2083 del Tribunal Oral 15, en la que Pachelo aceptó los cargos y fue condenado a tres años y tres meses. Se trató de seis hurtos y un robo, todos en Capital, de electrodomésticos, dinero y cheques, en casas de amigos del condenado, de las que previamente había obtenido las llaves. En una de las ocasiones, al ingresar encapuchado y armado sorprendió a la dueña de casa. “¿Vieron?”, sugiere la defensa de Carrascosa e intenta que se reconozca la similitud del método. De ser efectiva la hipótesis, ¿dónde se debería encajar la presencia de Pachelo en la escena del crimen? ¿Antes de la voz masculina no declarada que se escucha junto a Carrascosa?
Por otro lado, también se leyeron las desgrabaciones de varias escuchas telefónicas. Una de las más curiosas es aquella en la que el 18 de diciembre de 2002, a pocos días de haberse desatado el escándalo, Sergio Binello habla con un amigo (Pablo). “Desde anoche, los medios están diciendo que Tito (Alberto White, presidente del Carmel) recibió una llamada de un vecino para que coimeara a la policía. ¿Sos vos?”, pregunta Pablo.
–Sí –responde Binello.
–Bueno, asesorate un poco con el abogado.
En otra, Binello le dice a otro amigo (Oscar): “Yo le dije a Tito: ‘Aunque sea garpales algo o dale una propina’. Y ahí Horacio (GB) lo llamó a Cazafús y le dijo ‘pará a la cana’”. En otra ocasión, se escucha a Carrascosa decirle a Irene: “Cualquier cosa chiflame, que me voy a cualquier lado”. El viudo aclaró hace unos días que lo que quiso decir es que se iba a Mar del Plata sin intención de fuga.
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