Sábado, 21 de abril de 2007 | Hoy
El limbo no existe. Los teólogos del Vaticano acordaron, después de meses de reflexión y debate, que ese tormento de generaciones de madres resultó ser un bleff y que las almas de los niños muertos sin bautizar van directamente al paraíso. En un documento adoptado con el acuerdo del papa Benedicto XVI, la Comisión Teológica Internacional del Vaticano concluyó que “hay bases teológicas y litúrgicas serias para creer que cuando mueren, los bebés no bautizados se salvan”. La idea del limbo refleja “una visión demasiado restrictiva de la salvación”, dedujeron los teólogos. Este dictamen echa por tierra la arraigada creencia de la existencia del limbo, lugar situado entre el infierno y el paraíso al que estaban relegados los niños sin uso de razón que morían sin haber recibido el sacramento del bautismo. Dios es misericordioso y “quiere que todos los niños se salven”, estimaron los teólogos, reunidos bajo la autoridad del prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, el estadounidense William John Levada. No obstante, recalcaron que su conclusión se fundamenta más en “una esperanza piadosa” que en “una certeza probada”.
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