Desde Londres

La familia real británica conmemora hoy el décimo aniversario de la violenta muerte de la princesa de Gales en un ambiente de desunión y controversia. Del servicio religioso oficial, convocado por sus hijos, Guillermo y Enrique, se ausentará Camila, segunda esposa de su padre, el príncipe Carlos, por presión de un sector del público y del círculo de amigas íntimas de la carismática y popular Diana. “La Casa Real sigue siendo incapaz de organizar un evento relacionado con Diana sin provocar polémica”, señala Jennie Bond, corresponsal palaciega de la BBC durante la vida y trágico ocaso de la “princesa del pueblo”.

El décimo aniversario del fallecimiento de Diana, princesa de Gales, reabrió viejas heridas en el seno de la sociedad y la familia real británicas. La polémica se centra en Camila, duquesa de Cornualles, y su presencia o ausencia del acto religioso que organizaron los príncipes Guillermo y Enrique en la capilla del cuartel de su regimiento, a pocos metros del Palacio de Buckingham. Ambos hermanos invitaron a su madrastra a unirse a la ceremonia con ambas ramas de la familia, los Windsor y los Spencer. Entre el resto de los 500 convidados se incluyen dos hermanas de Dodi al Fayed, el novio de Diana que también falleció en el accidente de París, el 31 de agosto de 1997. Cinco días antes del aniversario, Camila capituló a la presión pública y anunció que no acompañará a su marido, Carlos, al acto en recuerdo de Diana. “Ha tomado la decisión correcta. No debían haberla invitado. La gente siente un gran afecto por Diana y no es apropiado que Camila asista a su memorial. Cuando Diana dijo que su matrimonio era muy concurrido se refería a Camila. Ella era la tercera persona”, protesta Dickie Arbiter, anterior portavoz de la Casa Real, escarbando en la vieja herida de la infidelidad del príncipe de Gales.

“Es una lástima que no vaya a la misa”, la contradice Bond. “Carlos quería tenerla a su lado y sus hijos la invitaron. Incluir a Camila en los actos era la decisión correcta. El aniversario ofrecía a la familia real la oportunidad para unirse e intentar reconciliarse sin olvidar el pasado. Pero el criticismo del público y las protestas de las amigas de Diana lo han impedido. Para Camila ha sido totalmente vergonzoso”, explica la ex corresponsal de la BBC.

Si en algo coinciden ambos observadores es en el daño que los preparativos del aniversario están causando en la casa real. “Diez años después aún no pueden presentar un frente común”, admite Bond. “Hubieran evitado tanto escándalo y rumores de haberlo gestionado bien hace seis meses. No se puede dar marcha atrás a los cinco días de la ceremonia”, critica Arbiter.

“Camila –añade Bond– vuelve a ser la bruja malvada. Hace diez años, el público la detestaba. El resentimiento y la hostilidad eran increíbles. En un directo frente a palacio, en ocasión del primer aniversario de la muerte de Diana, la gente me oyó mencionar el nombre de Camila y se puso a chillar en el micrófono. La situación iba mejorando y comenzaban a aceptarla, pero de nuevo se la critica haga lo que haga.”

De acuerdo con Bond, el escándalo Camila ha “reabierto algunas divisiones” en la “siempre difícil relación” entre ambas cortes: la de la reina, en Buckingham Palace, y la del príncipe de Gales, en Clarence House. En última instancia, y pese al silencio oficial, el consejo de Isabel II fue probablemente muy claro y en contra del expreso deseo de su hijo: convendría que Camila no asistiera al servicio en memoria de Diana. “Al público no le sentó bien que invitaran a Camila, palacio claudicó y la controversia está ensombreciendo la ceremonia. Aun y todo, será un memorial muy digno”, aventura la profesional de televisión que siguió durante décadas cada paso de la familia real británica.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.