Viernes, 31 de agosto de 2007 | Hoy
EL MUNDO › ACORRALADO ENTRE LOS RECLAMOS DE SUCRE Y SU LEALTAD HACIA EL MAS
Ayer renunció David Sánchez, uno de los tres prefectos (gobernadores) afines al presidente boliviano. Dio un portazo contra Morales por no responder a las demandas de su provincia. Desde La Paz, el primer mandatario le pide que siga en su cargo.
Por Pablo Ortiz
Desde Sucre
Una protesta que lleva más de un mes se comió al prefecto (gobernador) de Chuquisaca. Ayer, David Sánchez anunció su renuncia al cargo para el que fue elegido el 18 de diciembre de 2005 con el 42,3 por ciento de los votos de toda la provincia. Entre sollozos, se fue con portazo incluido y responsabilizó al presidente de la República, Evo Morales, por no haber respondido a sus súplicas de ayuda ante la situación que vive su región desde hace más de un mes. Sucre, la capital constitucional de Bolivia, se encuentra en pie de guerra desde el 25 de julio exigiendo que los poderes Ejecutivo y Legislativo sean devueltos por La Paz, que es sede de gobierno desde la guerra federal de 1899. Las movilizaciones se han vuelto cada vez más violentas y Sánchez, un economista cristiano que fue invitado por Morales para ser candidato por el oficialista Movimiento Al Socialismo, teme mancharse las manos de sangre si los universitarios se llegan a enfrentar con los campesinos.
“No quiero ser responsable por enfrentamientos con gente que venga de otro lado y se esté generando cualquier situación aquí, quizás provocando heridos y muertos, porque tengo principios a los cuales me ratifico, defensa de la vida, derecho a la disidencia”, dijo Sánchez en una conferencia de prensa.
La decisión la había tomado la noche del jueves. Sánchez había viajado desde Sucre hasta La Paz con la ilusión de reunirse con el presidente Morales para ver por qué no respondía a sus cartas en las que le pedía mediar entre Sucre y La Paz para abrir el diálogo y evitar un desenlace sangriento. En la sede de gobierno, Sánchez pudo ingresar al Palacio Quemado, pero no fue recibido por Morales, sino por el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana.
Mientras Sánchez estaba en La Paz, estudiantes de la Universidad San Francisco Xavier pateaban las puertas del palacio prefectural exigiendo su renuncia por considerarlo tibio y ambiguo en su decisión de apoyar o no la demanda de Chuquisaca para el retorno de los poderes a Sucre.
Y es que Sánchez estaba entre la espada y la pared. Por un lado, su lealtad con su región lo llamaba a apoyar el pedido de capitalidad plena para la ciudad de Sucre, algo que demostró el 17 de agosto, cuando anunció que no estaba de acuerdo con la resolución aprobada por el MAS en la Asamblea Constituyente boliviana para dejar fuera de discusión el pedido de retorno de los poderes. También recriminó a Morales su parcialidad con La Paz, algo que fue anunciado por el vicepresidente, Alvaro García Linera, el 15 de julio pasado, cuando en un acto público se unió al grito de los paceños para la permanencia de la sede de gobierno.
Pero también su lealtad estaba con su partido y sobre todo con la base que lo eligió, los campesinos e indígenas de Chuquisaca. Durante más de un mes trató de ser un puente entre la ciudad y el campo, pero las agendas son completamente distintas. Mientras los citadinos acusan a Evo Morales de parcialidad con La Paz e incluso le organizaron un escrache el 6 de agosto pasado; los campesinos permanecen fieles a su gobernante y si bien apoyan el pedido de retorno de los poderes porque también quieren una tajada de los 200.000 empleos que genera la administración central, quieren que la discusión se lleve a cabo fuera de la Asamblea Constituyente.
La gota que colmó el vaso llegó el miércoles pasado. Luego de que seis de las nueve provincias de Bolivia acataron un paro cívico que exigía la anulación de la resolución que quita de la discusión de la Asamblea un tema constitucional (el pedido de retorno de los poderes) por mayoría absoluta (el reglamento exige dos tercios), Quintana hizo oficial una propuesta de Morales en la que ofrecía llevar a Sucre algunas actividades del Poder Legislativo. El problema es que las actividades propuestas eran foros y seminarios, lo cual fue percibido por Sucre y el mismo Sánchez como un insulto. Además de universitarios y citadinos, en Sucre hay una fuerte vigilia de indígenas y campesinos que exigen que la Asamblea Constituyente vuelva a sesionar, ya que está paralizada desde la aprobación de la resolución, el 15 de agosto. El jueves, anunciaron la llegada de 10.000 cocaleros de Chapare y 5000 ponchos rojos desde el Altiplano. Para completar el panorama, el gobierno convocó a una cumbre social en Sucre que pretende reunir a más de 100.000 indígenas y campesinos. .
“Llevé esta esperanza a La Paz para encontrar una salida ante el señor presidente y podamos volver a la convivencia pacífica. Pero debo decir que no he obtenido una respuesta favorable”, dijo en su despedida.
Quintana conminó a Sánchez a volver a su cargo y terminar los cinco años de mandato, pero el ahora ex gobernador aseguró que la renuncia es irrevocable.
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