Lunes, 3 de septiembre de 2007 | Hoy
Una formación de Ferrobaires que partió el viernes a la tarde llegó a destino 28 horas después. La máquina se descompuso en el camino, se quedó sin víveres y los pasajeros casi la prenden fuego.
La acompasada marcha del tren diesel había logrado su habitual efecto somnífero sobre la mayor parte de los pasajeros, que dormían en sus asientos rumbo a Bahía Blanca. Pero a mitad de camino, y en medio de la noche, la formación que había salido de Constitución no sólo perdió su ritmo, sino que se detuvo por completo. La quietud se extendería más de lo imaginable: los usuarios estuvieron varados más de 14 horas a la altura de la localidad de Villa Pardo, sin comida ni agua, y el viaje que debía terminar a las 7.45 no llegó a destino hasta las 23.45.
La desventura de los pasajeros ocurrió entre la noche del viernes, cuando el ferrocarril comenzó su viaje a las 19.35, y los últimos minutos del sábado pasado. A la hora de la salida desde la estación Plaza Constitución, los usuarios hablaban alborozados sobre las actividades que iban a realizar el fin de semana en la ciudad del sur bonaerense. No se imaginaban que pasarían uno de los dos días arriba del mismo tren que acababan de abordar.
Luego de las primeras cuatro horas de viaje, que en condiciones normales dura unas doce en total, la vieja locomotora dijo basta y no traccionó más. Había pasado la medianoche y la formación quedó inmóvil a la altura de la pequeña localidad de Villa Pardo, a más de 200 kilómetros de Capital. La mayoría de los viajantes –al menos los que se habían despertado por el inconveniente– masticó bronca, se revolvió en su asiento e intentó volver a los sueños.
El mayor problema se presentó cuando el sol volvió a salir y les pegó en la cara. Abrieron perezosos los ojos y se encontraron exactamente en el mismo lugar donde los habían cerrado. Los vagones seguían inconmovibles y para colmo el hambre empezaba a picar. Uno a uno empezaron a desfilar por el buffet del tren, cuyas provisiones eran limitadas porque estaban pensadas para un viaje de medio día. Apenas alcanzaron para un humilde desayuno, pero no quedaron reservas para las horas por delante.
Durante esta eternidad, un grupo de viajeros desesperados prendió fuego los pastizales ubicados junto las vías, en señal del protesta. En el mismo sentido, amenazaron con incendiar el tren si la empresa no daba una solución, según testimonios de otros pasajeros y fuentes policiales.
Recién más de once horas después de la detención llegó la ayuda, que se demostraría infructuosa. Ferrobaires, la empresa provincial a cargo del servicio, envió hacia el lugar una máquina de repuesto. El recambio fue realizado y las ruedas volvieron a girar. Pero como si se hubieran desacostumbrado a la actividad, luego de unos minutos de marcha volvieron a su pasividad. La locomotora recién colocada imitó a su antecesora y se negó a seguir tirando de los vagones. La operación se repitió una vez más con otra locomotora y el resultado fue el mismo: el tren caprichosamente parado, ahora a la altura de un desolado paraje llamado Vicente Pereda.
“Ahora estamos a 10 kilómetros de Azul. Ya cambiaron tres máquinas y ninguna sirve. Las arreglan con piolines. Es una vergüenza”, contó indignada a través de su teléfono celular Elsa Bay, una de las pasajeras afectadas por los sucesivos desperfectos.
Ella y otros pasajeros sostuvieron que Ferrobaires les prometió hacer llegar hasta el lugar varios micros, para de esa forma completar el trayecto. Sin embargo, los transportes nunca llegaron y la situación alimentaria del pasaje se fue complicando cada vez más. Después del desayuno, los únicos que lograron ingerir algo fueron aquellos que tenían dinero y realizaron compras en los mercados de Villa Pardo. “Falta el agua para los pasajeros, no hay más alimentos en el bar y la situación está cada vez más complicada porque nadie sabe qué va a pasar”, completó Bay.
Pasadas las 15 del sábado, técnicos de Ferrobaires se acercaron al lugar donde había quedado detenido el tren y realizaron una recarga en las baterías de la locomotora. Así fue como la formación volvió a circular. Según confirmaron desde la estación Bahía Blanca, la formación arribó, lenta pero arribó, finalmente a las 23.45 del sábado, tras una desafortunada odisea de 28 horas.
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