Jueves, 26 de marzo de 2009 | Hoy
Por Emilio Ruchansky
La legisladora porteña por la Coalición Cívica, Diana Maffía, es una pionera en el tema, al que supo darle visibilidad política. Como defensora del Pueblo adjunta de la ciudad de Buenos Aires y con la ayuda de la líder travesti Lohana Berkins, hizo una encuesta exploratoria sobre la situación de esta comunidad en 1999. Al leer el volante, atina a afirmar que es “un escrito delirante” por su longitud, lo reiterativo y “el tono desbordado” de sus consignas.
“No obstante, pueden tropezar con alguien que empatice con el delirio y realmente se proponga hacer daño. Ahora, entre los daños propuestos hay algunos que son ejercicios de ciudadanía activa (llamar a la fiscalía o a la policía cada vez que un escándalo en el espacio público, o ruidos, o una pelea afecte la seguridad o la tranquilidad pública), otros que son gestos hostiles y agresivos (gritar, insultar, molestar) y finalmente otros que sencillamente constituyen un delito (agredir, disparar con un arma no declarada y esconderla). Eso también es delirante”, analizó la legisladora.
Las repetidas críticas a la policía en el volante fue otro de los puntos en los que se interesó Maffía. “Un Estado democrático tiene, como uno de sus principios, el monopolio de la fuerza en manos del Estado. Cuando el Estado falla (la policía es corrupta, como se menciona en el propio volante, o la Justicia es inoperante) los ciudadanos tienden a hacer justicia por mano propia. Esto se ve en todas partes, el problema es que hacen justicia con su criterio y no en el marco de las leyes, por ejemplo discriminando por sexo, lugar de nacimiento, clase social, etcétera.”
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