Lunes, 21 de marzo de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › SEGúN LA POLICíA, 8450 MUERTOS Y 12.931 DESAPARECIDOS
El devastador terremoto y el tsunami que le siguió en Japón provocaron 8450 muertos y 12.931 desaparecidos, según el último balance de la policía. A pesar de que con el paso de los días la posibilidad de encontrar sobrevivientes va menguando, los grupos de rescate encontraron a una abuela y su nieto, nueve días después del temblor. Tras el horror vivido a lo largo del archipiélago, hay temor de consecuencias a largo plazo para los niños, algunos de los cuales ya están traumatizados, y se despiertan con pesadillas o se encierran en el silencio.
Las víctimas superaban las 20 mil personas, entre decesos confirmados y desaparecidos. “Necesitaremos equipamientos para más de 15.000 cuerpos”, declaró el jefe de la policía de la provincia de Miyagi, una de las más devastadas. En el nordeste del país, la situación humanitaria es delicada para los 400 mil afectados, que sufren la falta de agua corriente y de electricidad en algunos centros de alojamiento. Por su parte, el primer ministro de Japón, Naoto Kan, visitará este lunes las áreas que sufrieron el terremoto, donde prosiguen las operaciones de rescate.
Trabajando contrarreloj, los socorristas habían perdido casi totalmente la esperanza de hallar sobrevivientes entre las ruinas de los edificios. Pero ayer, una abuela y su nieto fueron rescatados entre los escombros de su casa en la localidad de Ishinomaki, en Miyagi. Sumi Abe, de 80 años, y Jin Abe, de 16, estaban en la cocina cuando todo se derrumbó. Desde ahí, sobrevivieron comiendo todo lo que tenían en la heladera, sobre todo yogures. “Sufrían de una leve hipotermia, pero estaban conscientes”, contó un portavoz de la policía local.
Las experiencias vividas por la magnitud del desastre –destrucción de casas, pérdida de familiares, desaparición de amigos– puede ser, según algunos expertos, insostenible para algunos niños. A muchos les cuesta dormir, y se despiertan a menudo con pesadillas, mientras otros están totalmente encerrados en sí mismos, rehusando cualquier contacto humano, salvo con sus padres, a los que no soportan perderlos de vista. “Me hablaron de sus angustias, especialmente de su miedo a las radiaciones”, aseguró el portavoz de Save the Children, Ian Woolverton. Según contó, muchos aludieron a los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, sobre los que aprendieron en el colegio. La prioridad es implementar “espacios agradables para los niños”, insistió Woolverton. “Sé que si un niño juega, ello puede evitar el riesgo de un grave trauma emocional a largo plazo”, subrayó.
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