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En San Juan, entre diciembre y estos días, unas 500 personas se acercaron al consultorio nocturno que inauguró el Hospital Guillermo Rawson. Unas 300 de ellas traspasaron por primera vez, desde el inicio de su transformación corporal o de su vida sexualmente activa, el umbral de un centro médico. Son mujeres, travestis, varones gays, varones de la categoría HSH; tienen entre 16 y 55 años. Su primera vez en el sistema público de salud, o su regreso a él, es todo menos marginal: el hospital queda en el centro de la ciudad. “Frente a la terminal de ómnibus y en donde se extiende la zona de trabajo sexual”, explica Sandra Basso, del Programa Provincial de Sida, que llevó adelante el proyecto de consultorios amigables junto con la Asociación Civil Acercándonos. “Zulema Paredes, la titular de Acercándonos, está con nosotros para tomar decisiones, para decidir cómo seguir adelante, cómo no, y evaluar cómo está resultando.”

Ese dúo de Estado y sociedad civil locales, por ejemplo, decidió que el consultorio funcionara martes y jueves entre las 8 y las 12 de la noche, “en respuesta a la demanda de la comunidad”. Los martes “atienden los infectólogos, que son del mismo Servicio de Infectología del hospital, del que depende clínicamente el consultorio”, y “los jueves atienden dos ginecólogas que tienen maestrías en endocrinología, algo que nos ayudó mucho por la hormonización de las travestis”.

A medida que pasaban las semanas, en el consultorio empezó a registrarse una tendencia no prevista: la concurrencia de mujeres heterosexuales, “que no son trabajadoras sexuales, porque en la zona el trabajo sexual es de trans o varones gays”. Todas ellas entran en la categoría diversa que Basso explica como de “mujeres vinculadas con las minorías”. Por un lado, están aquellas que por distintos motivos personales no terminan de acceder al centro médico en sus horarios habituales. “Muchas mujeres postergan sus propias consultas porque el horario de la mañana interfiere con los quehaceres domésticos o con cuidar a los chicos, llevarlos a la escuela y demás.” Por otra parte, están las invisibilizadas: los HSH, por lo general, sostienen parejas sentimentales heterosexuales; “muchas veces son trans, travestis y hombres casados que se relacionan con mujeres heterosexuales, y esas mujeres a lo mejor no saben que esos hombres son HSH. Llegar a ellas es una buena oportunidad de acercarlas al diagnóstico que también pueden ignorar y facilitarles el acceso a la atención”.

También aquí el proyecto comienza recorriendo la calle. Cinco personas –dos travestis, dos varones gays y una lesbiana–, “son nuestros lazos en el terreno”. Caminan la zona, organizan charlas que hacen las veces de talleres, promocionan la existencia del consultorio “en boliches, en los barrios, en uniones vecinales, en clubes, en casas de algunos de los chicos, para proteger la privacidad de personas que no quieren salir del closet”.

Cuando traspasan la puerta, los recibe la activista Paredes, luego la atención médica sigue por los carriles esperables. “Es un consultorio. Está en ese horario para facilitar la consulta. Promocionamos que puede ir cualquier persona que quiera, que ahí puede acceder a mamografía, pap, alguna consulta específica.” En las próximas semanas incorporarán la posibilidad de realizar extracciones de sangre “para serología y sumar los análisis de hepatitis B y C, y sífilis”. En estos nueve meses se diagnosticaron seis casos de VIH y comenzaron su tratamiento 32 personas a quienes se les detectó HPV. “Son diagnósticos importantes. Y además ya estamos viendo que la gente hace su segunda y tercera consulta. Vuelven. Basso explica que no esperaban la concurrencia que llevan registrada, pero que “podemos llegar a más”. “Lo vamos haciendo así: es trabajo de hormiga.”