Jueves, 11 de octubre de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › CóMO INFLUYó EN AMéRICA LATINA
Por Washington Uranga
Para la Iglesia Católica en América latina el Concilio fue un hito muy importante. En primer lugar porque consolidó la idea de latinoamericanidad. Los obispos de la región que compartieron durante tres años las sesiones en Roma aunaron perspectivas y construyeron un pensamiento común.
Esto tuvo su manifestación más clara en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrada en Medellín (Colombia) en 1968. Allí los obispos no sólo buscaron una actualización del Vaticano II sino que reafirmaron la “opción por los pobres” e instauraron la palabra “liberación” como parte del vocabulario eclesiástico. Entre varios protagonistas de ese momento eclesial latinoamericano estuvo el obispo y después cardenal argentino Eduardo Pironio (1920-1998).
Se generó un pensamiento teológico propio de América latina que, a partir del libro del peruano Gustavo Gutiérrez (Teología de la Liberación. Perspectivas, 1972), comenzó a denominarse “Teología de la Liberación”. La Iglesia y los católicos se comprometieron en los movimientos revolucionarios y de liberación, pero también en los movimientos estudiantiles, campesinos y obreros inspirados en ese pensamiento liberacionista.
En Argentina, el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo fue una expresión del compromiso político y militante de ese sector de la Iglesia y tuvo también su mártir en el sacerdote Carlos Mugica, asesinado por la Triple A en 1974. Pero no fue solo Mugica, sino también otros sacerdotes y laicos comprometidos con la juventud estudiantil, agraria y obrera quienes se sintieron alentados por los aires conciliares.
Muchos obispos latinoamericanos se pusieron a la cabeza y al servicio de reivindicaciones populares. Los mexicanos Samuel Ruiz y Sergio Méndez Arceo, el ecuatoriano Leonidas Proaño, los brasileños Helder Camara y Aloisio Lorscheider, para mencionar tan solo algunos. Y quizá los más significativos para la historia son los asesinados como consecuencia de su compromiso cristiano con los pobres: Oscar Romero (El Salvador, 1917-1980) y Enrique Angelelli (Argentina, 1923-1976).
Pero, como bien lo señala el teólogo salvadoreño Jon Sobrino, lo que cambió la forma de actuar de muchos en la Iglesia fue, más que los textos y los documentos, el hecho de poner la mirada sobre la realidad. “Creo que a mí no me cambió el texto del Concilio Vaticano II, ni el texto de Medellín, ni las reflexiones teológicas. Pienso que fue la realidad salvadoreña de los pobres y de los compañeros que se entregaban a ellos lo que me llevó a cambiar y ver que sí hay formas de ser cristianos junto al pobre. A partir de esa realidad entendí mejor los textos de obispos y teólogos que acompañaban a los pobres”, sostiene Sobrino.
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