Miércoles, 21 de noviembre de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › EL LUGAR DE DETENCIóN
Por Emanuel Respighi
Susana Freydoz está detenida en una sala del área de Salud Mental del hospital de la ciudad de Cipolletti y allí continuará, al menos hasta que el juez de ejecución penal decida lo contrario. Fue derivada a ese lugar debido al peligro de que se suicide y excepto ayer, cada vez que concurrió al estrado del tribunal que la juzgó fue acompañada por una asistente terapéutica. “Se siente querida en el hospital y ahí la cuidan del pueblo, de posibles agresiones, pero los médicos que la atienden recomendaron hace poco que reciba otro tratamiento, más cercano a uno ambulatorio”, confió su defensor, Alberto Riccheri. Durante su alegato, la fiscal Laura Pérez pidió que sea trasladada a una cárcel común.
Según comentó Riccheri, su defendida amenazó al menos cuatro veces con suicidarse en las sucesivas peleas con su marido, Carlos Soria. Lo mismo le dijo a su hija María Emilia tras dispararle a su marido, con quien peleó para poder recuperar el arma. Pero en las últimas semanas, Freydoz comenzó a pedir la medicación cada vez que llegaba la hora de tomarla y aunque sigue silenciosa, mostró interés en saber qué condena podía caberle. Ayer, mantuvo la cabeza gacha casi todo el tiempo, incluso cuando al principio de la audiencia supo el monto de la condena.
La decisión de que Freydoz fuera internada provino del médico del cuerpo forense Ismael Hamdan, quien atendió a Freydoz en la mañana del 1º de enero, pocas horas después de la muerte de Soria. En su declaración, este profesional dijo que encontró a la acusada orientada psíquicamente. “Respondía lento pero coherente y no presentaba ideaciones receptivas ni alucinaciones”, dijo entonces y comentó que su actitud era de “entrega y buena predisposición”. Sin embargo, en las siguientes entrevistas que mantuvo con ella fue cambiando el estado psíquico de Freydoz.
Hamdan contó que, al principio, la mujer, de 61 años, se mostraba disconforme con el sistema judicial, criticó a jueces y fiscales, diciendo: “Cómo creen que yo pude haber matado, por qué me persiguen”. En ese momento, tenía conciencia de la realidad y de su situación procesal, pero ya se evidenciaba su angustia, irritabilidad y enojo. “Era una tristeza profunda que la sumergía en un estado de depresión”, dijo el médico. Luego, recomendó su internación al notar que Freydoz “hacía crisis por no poder resolver la situación y manifestaba sus deseos de morir”.
Ayer, se decidió que la imputada siguiera internada en el hospital de Cipolletti, algo que estaba en los planes del defensor Riccheri, quien estimó que lo ideal sería la prisión domiciliaria, combinada con una terapia ambulatoria. Los riesgos de represalias de otras presas hacia Freydoz en una cárcel común fueron reconocidos ayer por el mismo tribunal que la condenó.
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