Viernes, 7 de diciembre de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › CONSECUENCIAS EN LA SALUD
Irritación en las vías aéreas superiores o en los ojos; a veces náuseas o vómitos, causados más bien por la repugnancia al fuerte olor de los productos sulfurados: no fueron más allá de esto los síntomas causados por la nube tóxica que afectó ayer a algunas zonas de la ciudad de Buenos Aires. Quienes los padecieron y consultaron a servicios de salud vieron en general cómo sus molestias se reducían en unas horas, y fueron dados de alta. Según especialistas, la lluvia torrencial que cayó sobre la Ciudad contribuyó a que la nube se disipara rápidamente y a que no se esparcieran sustancias nocivas en suspensión. Sin embargo, una organización ambientalista advirtió sobre “la falta de información sobre contenedores con sustancias tóxicas en el puerto de Buenos Aires” y –al igual que una especialista de la UBA– sostuvo “la necesidad de que, por lo menos en zonas de más riesgo como Dock Sud, los habitantes estén informados y sepan qué hacer en caso de desastre ambiental”.
Carlos Damin, jefe de la Unidad de Toxicología del hospital Fernández, explicó a este diario que “el Thiodicarb al 35 por ciento es un plaguicida del tipo de los carbamatos, cuya toxicidad, algo más baja que la de los plaguicidas fosforados, se considera moderada (intermedia entre leve y severa). De no ser por ingestión masiva, es raro que ponga en riesgo la vida, y, si bien por ingestión o contacto directo con el producto la toxicidad puede ser importante, por vía inhalatoria es más baja, y eso fue lo que vimos en esta oportunidad: gente con cuadros de irritación de las vías aéreas superiores o conjuntival, algunos con náuseas y vómitos, fundamentalmente producto del olor, ninguno revistió gravedad”.
“En nuestro servicio fueron atendidos 66 pacientes, de los que 14 eran chicos menores de 14 años; se les hicieron análisis de laboratorio y fueron mantenidos en observación durante seis horas. En general su sintomatología fue mejorando muy claramente. Se fueron a sus casas con indicación de que debían volver en caso de reaparecer los síntomas, lo cual es muy poco probable”, concluyó Damin.
Gabriel Ive, titular de la Dirección Nacional de Emergencias Sanitarias (Dinesa) del Ministerio de Salud de la Nación, precisó que “los síntomas de las intoxicaciones de este tipo son: náuseas, vómitos, picazón de garganta, irritación de las vías aéreas superiores, irritación conjuntival” (en los ojos). Ive agregó que “los grupos vulnerables, como chicos, ancianos o alguna persona que tenga una patología respiratoria preexistente, pueden ver agravados sus cuadros clínicos: es el caso de asmáticos o pacientes respiratorios”. Ive señaló que “cualquier persona que experimente algún síntoma extraño que pueda asociar con las emanaciones de Thiodicarb debería consultar al centro de salud más cercano lo antes posible”, aunque “esos síntomas deberían haberse presentado poco después de la exposición; pasadas muchas horas, quedan prácticamente descartados”.
En cuanto a las precauciones en caso de producirse una situación similar, “conviene no salir del lugar donde uno esté, sellar las ventanas, por ejemplo con cinta de pintor; también es preferible no utilizar ventilación que recicle el aire, como los aparatos de aire acondicionado. De todos modos, la indicación precisa depende de la toxicidad del elemento”, advirtió Ive, quien comentó que “en caso de que no hubiera llovido habría partículas en suspensión en el aire: en tal caso, la persona que haya estado cerca debe lavar la ropa y limpiar los zapatos antes de entrar en la casa para no llevar todo ese polvillo a los hogares”. Pero ayer “hubo un factor climático, la lluvia, que hizo que no se produjera polvo y la contaminación decantara en forma natural, lavada por el agua de la lluvia. De no haber llovido, la nube hubiera persistido por más tiempo hasta su dispersión.”
Edda Villaamil, profesora titular de Toxicología y Química Legal en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, agregó que el Thiodicarb “contiene productos sulfurados que, al activarse, producen derivados como óxidos de azufre: éstos a su vez producen irritación de vías respiratorias superiores y también mal olor. Eso es lo que se percibió como ‘olor a gas’, ya que se trata del tipo de productos que, como se perciben a muy bajas concentraciones, se agregan al gas natural para incorporarle el típico olor que, al generar alertas, previene muertes por escapes domiciliarios”.
Villaamil estimó que “sería necesario hacer simulacros de estas situaciones para que la gente sepa reaccionar”. Por ejemplo, ayer “se veía a personas con la boca cubierta, lo cual no tiene ningún sentido porque los gases atraviesan los barbijos”.
La entidad “Salud sin Daño”, por su parte, advirtió que “lo sucedido deja en evidencia la falta de planes de reducción de la toxicidad de los compuestos que se manipulan en los contenedores, así como la ausencia de información pública precisa acerca de lo que contienen”. El comunicado destaca que estamos en la Semana Internacional del No Uso de Pesticidas, que recuerda a las víctimas del derrame tóxico de Bhopal, en la India, en 1984.
Verónica Odriozola, representante de Salud sin Daño, señaló que “contenedores con materias peligrosas suben y bajan de los barcos todos los días; hay materiales peligrosos almacenados en el puerto, los hay en tanques y contenedores, por ejemplo en Dock Sud. La población que vive cerca del puerto no tiene la menor información respecto de los riesgos que corre, y menos aún sobre qué hacer en caso de que se presente un problema. No hay datos sobre planes de emergencia, planes de evacuación o simulacros. Esto concierne en especial a lugares como el polo petroquímico de Dock Sud, que son sitios de gran concentración de materiales peligrosos”.
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