La primera nota sobre el sargento Rubén “Percha” Solares fue publicada en Página/12 en 2002, un año antes del homicidio de Lucas Roldán. Como integrante de la “brigada de calle” de la comisaría 52, del barrio porteño de Villa Lugano, donde era considerado “el terror de los pibes”, sobre este personaje se tejieron decenas de historias de abuso y violencia. Fue acusado por las muertes de Pipi Alvarez, Cañito Gramajo y Marcelo Barboza, casos caratulados como supuestos “enfrentamientos”, en medio de fuertes sospechas de armas y drogas “plantadas” por la brigada.

En algunos casos, las muertes ocurrieron luego de que el Percha amenazara de muerte a los luego fallecidos y a sus familias. Curas villeros y hasta un policía federal cuyo hijo fue asesinado “por error” por otra brigada, relataron a este diario la fama del Percha. El policía padre de un joven víctima del gatillo fácil aseguró que Solares era temido “incluso por sus propios compañeros de la Federal”. En el caso Roldán fue condenado por “encubrimiento agravado”, pero la condena a tres años es “en suspenso”, sin aplicación efectiva. El caso Roldán marcó el final de la carrera del Percha Solares.