SOCIEDAD › LA ESTRATEGIA DE LOS LABORATORIOS PARA INFLUIR SOBRE PEDIATRAS
“A los médicos nos usan de quiosco”
Por P. L.
La titular de la Subcomisión de Lactancia Materna de la Sociedad Argentina de Pediatría reconoció que empresas fabricantes de sustitutos de la leche materna “nos usan de quiosco” a los médicos, haciendo publicidad indebida “dirigida especialmente a los profesionales jóvenes”, y anunció la discusión de un código que, en la entidad de los pediatras, pueda poner límite a esas prácticas. El presidente de una ONG de apoyo al amamantamiento señaló que el lobby empresarial abarca a la Asamblea Mundial de la Salud tanto como a los estudiantes de medicina.
“El stand de Nestlé en la Jornada de Pediatras Jóvenes (ver nota principal) causó discusiones en la Sociedad Argentina de Pediatría, porque muchos no estábamos de acuerdo con esa presencia –contó Mónica Waisman, presidenta de la Subcomisión de Lactancia Materna de la Sociedad Argentina de Pediatría–. A partir de este caso, estamos tratando de establecer una especie de decálogo para que lo aplique el Departamento de Congresos y Eventos de la Sociedad, de modo que las empresas que quieran auspiciar eventos respeten ciertas normas.”
La médica comentó que “como el Código de la OMS prohíbe a las empresas, tratándose de sustitutos de la leche materna, el acceso directo a las madres, entonces utilizan sus estrategias de marketing con los profesionales: como señaló una colega, ‘nos usan de quiosco’. A los médicos jóvenes les dan viajes, becas, regalos... y publicidad. Tarde o temprano, el profesional se ve tentado a escribir una receta con la marca de la fórmula que lo benefició. Según el Código de la OMS, la información a los profesionales debe ser científica y objetiva: escribir que una leche ‘es tan inteligente que se prepara sola’ es tan objetivo como decir que una gaseosa refresca mejor”.
Waisman también objetó “la publicidad de SanCor que ofreció obsequiar leche al primer bebé del año hasta que cumpliera los cinco, aclarando ‘desde que el pediatra lo indique’..., pero en letra superchiquitita”.
Fernando Vallone, presidente de Lacmat, denunció que “una de las cátedras de pediatría de la UBA aceptó que Mead Johnson se hiciera cargo de preparar un CD con los apuntes de estudio: lo entregan gratis a los estudiantes junto con un folleto sobre sus leches maternizadas, y en cada página aparece el logo de la empresa, la conejita maternal”.
Eso en la base. En la cima, “es terrible el lobby de las empresas sobre la Asamblea Mundial de la Salud, que reúne anualmente a ministros de Salud de todo el mundo –afirmó Vallone–. Las compañías envían representantes a los delegados de cada país”. Es que las cifras en juego son multimillonarias. Por ejemplo, la resolución de la Asamblea que, en 2001, logró llevar de cuatro a seis meses la edad del bebé hasta la que se recomienda sólo lactancia materna implicó que las empresas dejaran de ganar entre 1500 y 2000 millones de dólares por año.
Sin embargo, hay países que resisten: “En Brasil, la legislación es aún más precisa que el Código de la OMS y se hace cumplir –señaló Vallone–. Aun la leche común debe llevar una leyenda diciendo que la lactancia materna es lo mejor: porque la desacreditación de la lactancia hace que muchas madres pobres terminen dándole leche común rebajada con agua”.
Es que para proteger la lactancia materna tampoco alcanza con el Código Internacional: “En la Argentina, a las madres que trabajan fuera de casa no les dan el tiempo que la ley marca para amamantar; muchas grandes empresas no tienen jardines maternales; muchas madres no saben que, si quieren, pueden sacarse su propia leche para el bebé”.
Una manera en que algunos médicos desalientan indirectamente la lactancia materna es “indicar que al bebé hay que amamantarlo cada tres o cuatro horas. Entonces, si quiere mamar a las dos horas, la madre piensa que ‘se quedó con hambre’ y llega a creer que su leche no es buena. Con leche sustituta, el bebé duerme más, pero porque tarda en digerir un alimento preparado para el ternero, que tiene cuatro estómagos”.
Para colmo, “el tema no encuentra eco en la mayoría de los medios periodísticos, porque temen cuestionar a empresas que podrían ser anunciantes”, lamentó Vallone.