SOCIEDAD › OPINION
Una vida plena
Por Sergio Widder *
Simon Wiesenthal fue un individuo que logró dotar de sentido a su vida. Sobreviviente de ese infierno terrenal que fueron los campos de concentración nazis, tuvo la fuerza, el coraje y la determinación para que los asesinos que acabaron con la vida de seis millones de judíos y que pretendieron borrar de la faz de Europa todo vestigio de su vida y su cultura fueran llevados ante los tribunales, juzgados y condenados. Llevó adelante su tarea en medio de una soledad casi absoluta. Como recordaba hoy el rabino Marvin Hier, decano de nuestro Centro, el fin de la Segunda Guerra Mundial encontró a los países que habían sido aliados contra los nazis inmersos en la guerra fría, y a aquellas personas que habían logrado sobrevivir al horror nazi tratando de rearmar sus vidas. En ese escenario, Wiesenthal se constituyó como la conciencia del Holocausto ante el mundo.
La tarea y el compromiso de Wiesenthal lograron llevar a juicio a más de mil criminales nazis. Pero su legado excede la búsqueda de la reparación a través de la justicia.
Quizá tan importante como ese aspecto sea otro, aquel que siempre le preocupó con relación al futuro. Una de sus mayores preocupaciones fue que las lecciones históricas del horror nazi sirvieran como enseñanza para las nuevas generaciones. Que quedara claro el mensaje de que el mundo no debería mantenerse como testigo pasivo ante el horror, y que los juicios contra los criminales nazis deberían constituirse como un precedente para que los asesinos del futuro supieran a qué se expondrían.
Muchas veces le preguntaron a Wiesenthal por qué se dedicó a perseguir a los nazis. En una ocasión, un amigo le dijo: “Simon, tú eres arquitecto; es probable que si luego de la guerra te hubieras dedicado nuevamente a construir casas hoy estarías tranquilo, gozando de tu retiro. ¿Por qué no lo hiciste?”. Wiesenthal le respondió: “Tú eres un hombre religioso, que cree en Dios y en la vida después de la muerte. Yo también. Cuando lleguemos al otro mundo y encontremos a los millones de judíos muertos en los campos y nos pregunten: ‘¿Qué han hecho todo este tiempo?’ habrá muchas respuestas diferentes. Tú dirás: ‘Yo me dediqué a la joyería’, otro dirá ‘yo construí casas’, y así sucesivamente. Yo les diré: ‘No me olvidé de ustedes’”.
Hoy es un día de profunda tristeza. Esperemos que el ejemplo de vida de Wiesenthal nos inspire en el camino del fortalecimiento de la dignidad humana.
* Representante para América latina del Centro Simon Wiesenthal.