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La marcha, una de las mayores en el país en 20 años, terminó en medio de enfrentamientos con los cientos de policías movilizados a pie y caballo para contener a los manifestantes, que pasaron a metros de los balcones presidenciales. Los jóvenes, entre ellos niños de 12 años, coparon el centro de Santiago con batucadas y carros alegóricos con figuras de Augusto Pinochet y Michelle Bachelet, además de cientos de pancartas.

"Un pueblo educado jamás será engañado", "Queremos educación pública gratuita y de calidad", recamaron los carteles, algunos de los cuales engalanaron monumentos y sedes universitarias. Los jóvenes, que piden estatizar la educación pública hoy a cargo de los municipios, tienen en jaque al gobierno, cuyo apoyo bajó a 36 por ciento, según sondeos ligados al oficialismo.

"¿Somos ya cien mil?", preguntó a gritos entre la multitud una muchacha, en alusión al desafío de los estudiantes de incrementar el número de movilizados, luego que el gobierno decretara vacaciones para los cientos de colegios tomados por los estudiantes.

Los manifestantes exigen educación pública y gratuita, en un país que acoge a cerca de 4,5 millones de escolares y estudiantes de educación superior y donde los mejores resultados los obtienen los alumnos de instituciones privadas. El gobierno de Sebastián Piñera rechazó de plano las pretensiones de los estudiantes, quienes exigen incluso cambios tributarios y reformas constitucionales.

Los estudiantes, que también reclaman porque hay empresas que administran y lucran con la educación en Chile, alegan que el propio ministro de Educación, Joaquín Lavín fue accionista de una universidad y supuestamente se enriqueció con fondos públicos. "Queremos que el gobierno entienda que esto es un movimiento político, que lo que estamos peleando es una mejor educación", reclamó ante los presentes la dirigente estudiantil Camila Vallejos.

En cifras, sólo un 60 por ciento de los jóvenes menores de 24 años logra egresar del colegio en el diez por ciento más pobre, mientras que esa cifra sube a 97 por ciento en el décimo más rico. Las estadísticas oficiales añaden que sólo uno de cada seis jóvenes pobres tiene acceso a la educación superior, mientras que la relación sube a seis de diez en los hogares más ricos.