Frente a un nutrido grupo de excombatientes y a dirigentes de diferentes organizaciones políticas y sociales, Cristina afirmó que "somos y seremos un país de paz", y agregó que comprendía que la pregunta hubiera incomodado a William Hague pero "no me parece lógico que le haya molestado a algunos argentinos, a quienes el odio hace perder la razón (...) e invalidar el derecho al diálogo, a que se respete el derecho internacional".

La Presidenta, más adelante, afirmó que "en el resto del mundo existe la defensa irrestricta de los derechos y los intereses de cada país", y advirtió que si las Naciones Unidas no pueden hacer cumplir sus propias Resoluciones los países miembro "deberíamos preguntarnos si queremos un mundo más justo y más sensato". Por lo pronto, agregó que "vamos a seguir trabajando duro, en todos los foros y los espacios institucionales y democráticos en busca de consenso acerca de los derechos argentinos y la necesidad del diálogo".