Jueves, 24 de octubre de 2013 | Hoy
13:52 › PROTESTA POR EL ESPIONAJE
El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, convocó al embajador de EE.UU. en Berlín para pedirle explicaciones sobre el presunto espionaje a la canciller Angela Merkel. Ayer la propia Merkel llamó al presidente Barack Obama, quien negó haber intervenido el celular de la mandataria.
El ministro del Interior, Hans-Peter Friedrich, fue muy tajante al señalar que el caso representaría una importante ruptura de la confianza entre ambos países. "Interceptar comunicaciones y controlar a amigos es inaceptable, tanto a nivel privado, público, como entre Estados que mantienen una buena relación", apuntó.
"No puede ser que primero el presidente francés, luego la canciller alemana y después no sé quién más llame a Obama semana tras semana para quejarse de que la inteligencia americana está espiando a líderes gubernamentales", se quejó, por su parte, el presidente del Partido Socialdemócrata, Sigmar Gabriel, al término de una reunión con el líder socialista francés Harlem Désir.
"Eso de por sí es malo (...), pero nadie debiera olvidar que detrás de esto hay una vigilancia integral de los ciudadanos de este país", agregó. Gabriel, quien probablemente será vicejefe del próximo gobierno de coalición con los democristianos de Merkel, cuestionó la firma de un tratado de libre comercio de la Unión Europea con Estados Unidos si este país pone en peligro los derechos de los ciudadanos.
En tanto, el gremio parlamentario de control de los servicios de inteligencia convocó hoy una sesión extraordinaria para analizar las sospechas de espionaje. "Quien intercepta comunicaciones de la canciller, intercepta comunicaciones de los ciudadanos", advirtió el presidente del gremio, Thomas Opperman.
Cuando se conocieron los hechos, la propia canciller se comunicó por vía telefónica con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para solicitar que se esclarecieran las sospechas. Obama, según trascendió, negó sin embargo que se vigilaran sus llamadas.
Durante la pasada visita de Obama a Berlín hace algunos meses, el presidente estadounidense le aseguró a Merkel que los servicios secretos de su país no habían violado la intimidad de los alemanes, como apuntaban los documentos filtrados por el extécnico de la NSA Edward Snowden. "Si quiero saber qué piensa la canciller Merkel no tengo más que llamarla", apuntó entonces Obama.
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