Martes, 27 de marzo de 2007 | Hoy
UNIVERSIDAD › OPINION
Por Juan Carlos Marin *
Desde sus inicios y a lo largo de estos muchos años, la historia de la Carrera de Sociología ha estado estrechamente vinculada con un conjunto de luchas políticas originadas en la disconformidad moral con lo que de injusto e inhumano expresaba y aún mantiene el orden social. Muchos de nuestros compañeros de armas intelectuales se comprometieron con los modos más intensos de la lucha política. Esas luchas fueron ejercidas desde una pluralidad de orientaciones políticas e intelectuales.
Quisiera hoy, antes que nada, recordarlos y hacerlos presentes (hasta donde es capaz mi memoria) a todos aquellos que compartieron en el pasado la Carrera de Sociología y que cayeron como resultado del uso consecuente de sus convicciones. El primero de los compañeros caídos fue Marcos Slachter, muerto en 1963. Le siguen Silvio Frondizi, quien había sido profesor de la carrera, y Roberto Cristina, caídos a mediados de la década del ’70. Durante la última y más sangrienta dictadura militar cayeron Carlos Abadi, Ana Baravalle, Ariel Ferrari y Claudia Yankilevich, alumnos de la carrera; Roberto Carri y Daniel Hopen, profesores; y los sociólogos Patricio Biedma Scadewaldt, María Antonia Berger, Cristina Fernández de Colomer, Dora Franzosi, Elda Gálvez de Bivi, Mónica Goldstein, Oscar Gutiérrez, Katsuya Higa, Alberto Jamilis, Graciela Jatib, María Magnet de Tamburini, Rafael Olivera, Rosa Pargas de Camps, Osvaldo Plaul, Nora Rodríguez Jurado de Olivera, Luis Sosa y Ricardo Tajes.
Muchos otros –no todos– en nuestra comunidad universitaria han mantenido y retomado la pluralidad de su combatividad. La combatividad de aquellos para quienes conocer con rigor el carácter injusto e inhumano de los órdenes sociales ha sido y seguirá siendo la fuente y el pertrechamiento inagotable de sus convicciones morales e intelectuales libertarias y de su determinación por enfrentar a estos órdenes objetivamente inhumanos.
Es conveniente recordar y hacer presente que conocer para aprender y enseñar a desobedecer la normatividad autoritaria y arbitraria fue una de las razones fundacionales esenciales con que comenzaron a construirse estos espacios; y también fue, siempre, el origen del desenvolvimiento de un conjunto de contradicciones inmanentes en nuestra vida académica. Ha sido, la nuestra, una historia contradictoria, permanentemente convulsionada entre dos concepciones del mundo que, en principio y en apariencia, comparten la necesidad y la empresa de construir y difundir el conocimiento de nuestra realidad social. Contradicciones entre quienes piensan y actúan buscando encontrar en el conocimiento las formas posibles de una gobernabilidad de las condiciones de injusticia y desigualdad social; y entre quienes no estamos dispuestos a hacer de la gobernabilidad el instrumento del disciplinamiento social y el encubrimiento de la desigualdad social.
* Profesor de la UBA. En 1957 participó como estudiante en la creación de la Carrera de Sociología.
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