VERANO12 › JOSE HERNANDEZ

Martín Fierro

 Por Rabanal

IX

Matreriando lo pasaba

Y a las casas no venía

Solía arrimarme de día

Mas, lo mesmo que el carancho

Siempre estaba sobre el rancho

Espiando a la polecía.

Viva el gaucho que ande mal

Como zorro perseguido

Hasta que al menor descuido

Se lo atarazquen los perros

Pues nunca le falta un yerro

Al hombre más alvertido.

Y en esa hora de la tarde

En que tuito se adormece

Que el mundo dentrar parece

A vivir en pura calma

Con las tristezas de su alma

Al pajonal enderiese.

Bala el tierno corderito

Al lao de la blanca oveja,

Y a la vaca que se aleja

Llama el ternero amarrao

Pero el gaucho desgraciao

No tiene a quien dar su queja.

Ansí es que al venir la noche

Iba á buscar mi guarida

Pues ande el tigre se anida

También el hombre lo pasa

Y no quería que en las casas

Me rodiara la partida.

Pues aun cuando vengan ellos

Cumpliendo con sus deberes,

Yo tengo otros pareceres

Y en esa conduta vivo

Que no debe un gaucho altivo

Peliar entre las mujeres.

Y al campo me iba solito,

Más matrero que el venao

Como perro abandonao

A buscar una tapera,

O en alguna biscachera

Pasar la noche tirao.

Sin punto ni rumbo fijo

En aquella inmensidá

Entre tanta escuridá

Anda el gaucho como duende,

Allí jamás lo sorpriende

Dormido, la autoridá.

Su esperanza es el coraje

Su guardia es la precaución

Su pingo es la salvación,

Y pasa uno en su desvelo,

Sin más amparo que el cielo

Ni otro amigo que el facón.

Ansí me hallaba una noche

Contemplando las estrellas

Que le parecen más bellas

Cuanto uno es más desgraciao,

Y que Dios las haiga criao

Para consolarse en ellas.

Les tiene el hombre cariño

Y siempre con alegría

Ve salir las tres marías

Que si llueve, cuanto escampa,

Las estrellas son la guía

Que el gaucho tiene en la pampa.

Aquí no valen Dotores,

Solo vale la esperencia,

Aquí verían su inocencia

Esos que todo lo saben,

Porque esto tiene otra llave

Y el gaucho tiene su cencia.

Es triste en medio del campo

Pasarse noches enteras

Contemplando en sus carreras

Las estrellas que Dios cría,

Sin tener más compañía

Que su soledá y las fieras.

Me encontraba como digo,

En aquella soledá

Entre tanta escuridá

Echando al viento mis quejas,

Cuando el grito del chajá

Me hizo parar las orejas.

Como lumbriz me pegué

Al suelo para escuchar,

Pronto sentí retumbar

Las pisadas de los fletes,

Y que eran muchos ginetes

Conocí sin vacilar.

Cuando el hombre está en peligro

No debe tener confianza

Ansí tendido de panza

Puse toda mi atención,

Y ya escuché sin tardanza

Como el ruido de un latón.

Se venían tan calladitos

Que yo me puse en cuidao,

Talvez me hubieran bombiao

Y me venían a buscar,

Mas no quise disparar

Que eso es de gaucho morao.

Al punto me santigüé

Y eché de giñebra un taco,

Lo mesmito que el mataco

Me arroyé con el porrón

“Si han de darme pa’ tabaco

Dige, ésta es güena ocasión”.

Me refalé las espuelas

Para no peliar con grillos,

Me arremangué el calzoncillo,

Y me ajusté bien la faja,

Y en una mata de paja,

Probé el filo del cuchillo.

Para tenerlo a la mano

El flete en el pasto até

La cincha le acomodé,

Y en un trance como aquél

Haciendo espaldas en él

Quietito los aguardé.

Cuanto cerca los sentí

Y que áhi nomás se pararon

Los pelos se me erizaron;

Y aunque nada vían mis ojos,

“No se han de morir de antojo”

Les dije cuanto llegaron.

Yo quise hacerles saber

Que allí se hallaba un varón,

Les conocí la intención

Y solamente por eso

Es que les gané el tirón,

Sin aguardar voz de preso.

“Vos sos un gaucho matrero”,

Dijo uno haciéndose el güeno,

“Vos matastes un moreno

“Y otro en una pulpería,

“Y aquí está la polecía

“Que viene a ajustar tus cuentas,

“Te va a alzar por las cuarenta

“Si te resistís hoy día”.

“No me vengan –contesté–,

“Con relación de dijuntos;

“Esos son otros asuntos;

“Vean si me pueden llevar,

“Que yo no me he de entregar,

“Aunque vengan todos juntos.”

Pero no aguardaron más,

Y se apiaron en montón

Como a perro cimarrón

Me rodiaron entre tantos

Yo me encomendé a los Santos

Y eché mano a mi facón

Y ya vide el fogonazo

De un tiro de garabina

Mas quiso la suerte indina

De aquel maula, que me errase,

Y áhi no más lo levantase

Lo mesmo que una sardina.

A otro que estaba apurao

Acomodando una bola,

Le hice una dentrada sola

Y le hice sentir el fierro,

Y ya salió como el perro

Cuando le pisan la cola.

Era tanta la afición

Y la angurria que tenían,

Que tuitos se me venían

Donde yo los esperaba,

Uno al otro se estorbaban

Y con las ganas no vían.

Dos de ellos que traiban sables,

Más garifos y resueltos

En las hilachas envueltos

En frente se me pararon,

Y a un tiempo me atropellaron

Lo mesmo que perros sueltos.

Me fui reculando en falso

Y el poncho adelante eché

Y en cuanto le puso el pié

Uno medio chapetón

De pronto le di el tirón

Y de espaldas lo largué.

Al verse sin compañero

El otro se sofrenó,

Entonces le dentré yo,

Sin dejarlo resollar

Pero ya empezó a aflojar

Y a la pun... ta disparó.

Uno que en un tacuara

Había atao una tigera

Se vino como si fuera

Palenque de atar terneros

Pero en dos tiros certeros

Salió aullando campo ajuera.

Por suerte en aquel momento

Venía coloriando el alba

Y yo dige “si me salva

“La virgen en este apuro,

“En adelante le juro

“Ser mas güeno que una malba”

Pegué un brinco y entre todos

Sin miedo me entreveré

Echo ovillo me quedé

Y ya me cargó una yunta,

Y por el suelo la punta

De mi facón les jugué.

El más engolosinao

Se me apió con un hachazo,

Se lo quité con el brazo,

Denó, me mata los piojos;

Y antes de que diera un paso

Le eché tierra en los dos ojos.

Y mientras se sacudía

Refregándose la vista,

Yo me le fui como lista

Y áhi nomás me le afirmé

Diciéndole: “Dios te asista”

Y de un revés lo voltié.

Pero en ese punto mesmo

Sentí que por las costillas

Un sable me hacía cosquillas

Y la sangre se me heló

Dende ese momento yo

Me salí de mis casillas.

Di para atrás unos pasos

Hasta que pude hacer pié,

Por delante me lo eché

De punta y tajos a un criollo,

Metió la pata en un oyo,

Y yo al oyo lo mandé.

Tal vez en el corazón

Lo tocó un Santo Bendito

A un gaucho que pegó el grito,

Y dijo: “Cruz no consiente

“Que se cometa el delito

“De matar ansí un valiente”.

Y áhi nomás se me aparió

Dentrándole a la partida,

Yo les hice otra embestida

Pues entre dos era robo;

Y el Cruz era como lobo

Que defiende su guarida.

Uno despachó al infierno

De dos que lo atropellaron.

Los demás remoliniaron,

Pues íbamos a la fija,

Y a poco andar dispararon

Lo mesmo que sabandija.

Ahi quedaban largo a largo

Los que estiraron la geta,

Otro iba como maleta,

Y Cruz de atrás les decía:

“Que venga otra polecía

“A llevarlos en carreta”.

Yo junté las osamentas

Me hinqué y les recé un bendito,

Hice una cruz de un palito

Y pedí a mi Dios clemente,

Me perdonara el delito

De haber muerto tanta gente.

Dejamos amontonaos

A los pobres que murieron,

No sé si los recojieron

Porque nos fuimos a un rancho,

O si tal vez los caranchos

Ahi nomás se los comieron.

Lo agarramos mano a mano

Entre los dos al porrón,

En semejante ocasión

Un trago a cualquiera encanta,

Y Cruz no era remolón

Ni pijotiaba garganta.

Calentamos los gargueros.

Y nos largamos muy tiesos

Siguiendo siempre los besos

Al pichel, y por más señas,

Ibamos como cigüeñas

Estirando los pescuezos.

“Yo me voy, le dije, amigo,

“Donde la suerte me lleve,

“Y si es que alguno se atreve

“A ponerse en mi camino,

“Yo seguiré mi destino

“Que el hombre hace lo que debe.”

“Soy un gaucho desgraciado

“No tengo dónde ampararme

“Ni un palo donde rascarme,

“Ni un árbol que me cubige,

“Pero ni aun esto me aflige,

“Porque yo sé manejarme.”

“Antes de cair al servicio

“Tenía familia y hacienda

“Cuando volví, ni la prenda

“Me la habían dejado, ya,

“Dios sabe en lo que vendrá

“A parar esta contienda.”

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