Domingo, 13 de julio de 2008 | Hoy
Por José Pablo Feinmann
Hay dos cosas totalmente diferenciadas que andan en el país o cerca del país. Una es la IV Flota del Comando Sur de la Armada de los Estados Unidos. Sobre ella, hablaremos. Lo otro que anda por aquí son tres cartas firmadas por nuestros más prestigiosos intelectuales y artistas. Esto anda por Internet. Ignoro qué efecto podrá causar, pero a quien quiera enterarse se lo decimos: los mejores artistas e intelectuales de la Argentina, los más respetados, los que más han hecho por la cultura de este país y están vivos, se han unido para firmar un texto que denuncia, sin más, la agresión a un gobierno democráticamente elegido al que todos ellos quieren defender. Porque se trata de estar con la democracia o no. A algunos que la jugaron de progres en otros tiempos sería atinado sugerirles leer la lista de esos escritores y plásticos. Y ver de quiénes se han aislado y a quiénes se acercaron sin retorno: a los escuadrones mediáticos del discurso único. A los que trabajan para determinados poderes, con eficacia pero sólo eso. Muchas máscaras han caído.
Lamentablemente la Carta que firman tantos de los mejores hombres y mujeres de la cultura de este país tiene poca eficacia. Un movilero de algún canal o alguna radio del Poder Mediático, bien adoctrinado, logra más con este simple mecanismo: el tipo va a una movilización del Gobierno y encuentra a un obrero. Le pregunta: “¿Cómo lo trajeron aquí?”. Después va a un agro-cacerolazo, se acerca a una joven o a un joven y pregunta: “¿Por qué viniste aquí?”. La basura queda en la conciencia pasiva del que escucha o del que mira. El groncho de la Presidenta no va, lo llevan. No tiene voluntad propia. Le dan un choripán y ahí lo tienen. Comiendo de la mano de los gordos de los sindicatos. ¿O los grasas peronistas no son así? Por el contrario, el teflón-boy (o la teflón-girl), el garca que se ha venido desde Acassusso o Recoleta, es la expresión de una conciencia autónoma. El ha elegido libremente. Sabe la causa por la que lucha. Nadie va a comprarlo. Es lúcido. Es culto. Es la expresión de la libertad del ciudadano. Esto llega, penetra porque expresa el racismo de gran parte de nuestra clase media (de toda la alta) y de los sectores de elevado poder adquisitivo que, según es larga tradición, enfrentan otra vez a un gobierno peronista, aunque este Gobierno sea tibiamente nacional y popular, pero ha incurrido en el horror del intervencionismo de Estado, y algunos otros imperdonables horrores también. Si no, la embestida que sufre no sería tan a fondo.
La Carta de los intelectuales (que analiza con rigor los sucesos de estos meses y el surgimiento de una nueva derecha) tiene muchísimas firmas. Algunas, sólo algunas, de ellas son las de: Roberto “Tito” Cossa, Jorge Dubatti, Patricio Contreras, León Ferrari, Lilia Ferreyra, Juan Forn, Ricardo Forster, Norberto Galasso, Octavio Getino, Horacio González, Nicolás Casullo, Eduardo “Tato” Pavlovsky, Lorenzo Quinteros, Miguel Rep, Guillermo Saccomanno, Federico Schuster, Silvia Sigal, Horacio Verbitsky, David Viñas, Fernando Birri, Jorge Boccanera y la valiosa ensayista Pilar Calveiro, que ha hecho llegar su firma desde México, donde reside. Estoy seguro de que también firmaría este texto Ernesto Laclau. ¿Dónde está la verdad? ¿Quiénes tienen razón, los poderosos de las radios y de los programas televisivos, con sus gigantescas empresas detrás, o estos intelectuales y artistas argentinos? El tema de la verdad es complejo. Foucault (basándose en Nietzsche) enseñó que la verdad es una creación del poder. Sin embargo, yo tengo una certeza absoluta, definitiva: prefiero equivocarme con David Viñas, León Ferrari o Roberto Cossa a tener razón con Carrió o Chiche Gelblund.
¿Qué está sucediendo en el país? No es tan complejo. Se debate una interna peronista. La IV Flota anda por aquí precisamente durante estos días y no es casual. Les recuerda al país y a toda América latina que el mundo se ha globalizado. Que los conflictos de Estados Unidos serán enfrentados directamente por el Imperio. Causa tristeza que el secretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Thomas Shannon, tenga la gentileza de aclararle a nuestra Presidenta que la IV Flota no navegará por aguas territoriales argentinas ni por sus ríos. ¿No es una grosería aclarar eso? ¿Y qué suponía que podía esperar el gobierno argentino? ¿Que la IV Flota se metiera en el Paraná e hiciera maniobras por ahí? Y no crean que el secretario de Estado no se habrá hecho tiempo para hablar con unos cuantos líderes de la oposición: “Señores, ¿cuándo nos limpian este gobierno terrorista? ¿O tendremos que hacerlo nosotros?”.
Todo lo que ha ocurrido hasta ahora tiene por finalidad minar el poder de este gobierno. Debilitarlo, restarle credibilidad, restarle gobernabilidad. Para el Poder agrícolo-mediático éste es un gobierno muy irritante. Que sea peronista no les importa tanto. Es más: ellos saben que sólo el peronismo puede hoy gobernar en la Argentina. Pero el peronismo se caracteriza por ser un aparato. Es un instrumento de poder. No tiene ideología. Tiene máscaras. Tiene grupos de poder. Tiene liderazgos. Este es un mundo con muy pocas ideologías. Bush está en Irak más por intereses energéticos que por motivos ideológicos. Cristina Fernández es una cara del peronismo que los hombres del Poder agrícolo-mediático no quieren tolerar. Como, por desgracia para ellos, ha ganado recientemente unas elecciones con un alto caudal de votos, tienen que hacerlo. Pero se trata de tolerarlo lo menos posible. Si se erosiona la imagen de la Presidenta, si se le demuestra que otros sectores de poder pueden torcerle la muñeca, soliviantarle el país, causar hambre, desabastecimiento, cortar rutas, anunciar que tienen armas y adueñarse del territorio con una impunidad nunca vista en esa extensión, habrán logrado algo importante. La finalidad es: que “la pareja montonera” se vaya lo antes posible, sacarlos de la foto. No piden que se vayan todos. Piden que se vayan “ellos”. Con “ellos” se irán los suyos, esos malditos terroristas. Es posible que intenten hacerle impracticable la gobernabilidad a Cristina Fernández. Se lograría con nuevas puebladas del “campo” en todas las provincias. Con el desmadre de las clases medias en Buenos Aires. Y con el Poder Mediático pidiendo orden y “si no, alguien que pueda imponerlo”. Descartemos toda intentona militar. No se trata de eso. (Además, el golpismo de los estados nacionales ha muerto. Ahora, Estados Unidos se ocupa de modo directo de esas cuestiones. Y si delega algo, será mínimo y totalmente controlado por ellos. Kissinger no vendría a “aconsejar”. Vendría a dar órdenes.)
Se trata de lograr un reacomodamiento en el peronismo. En suma, que Kirchner pierda el control del aparato. Que los peronistas, que emigran con el que más poder tiene, se vean en la conveniencia de dejar sus filas. ¿Qué no toleran de los Kirchner? El intervencionismo estatal, por supuesto. Las famosas retenciones y el tibio intento de redistribución del ingreso. Pero sobre todo: lo que llaman el “montonerismo”. Hay que frenar los hostigamientos a los militares. Hay que borrar del mapa a Hebe de Bonafini, cuya imagen les resulta intolerable. También a esa señora Carlotto, por más arregladita que se la vea. Y a las Madres de Plaza de Mayo, que parieron hijos subversivos. Se les dio a esos hijos lo que se buscaron y esa etapa hay que cerrarla. Queremos peronistas que den por terminado de una vez por todas el tema de los crímenes de lesa humanidad. También quieren salir del Mercosur. Alejarse abiertamente de Chávez y de Evo Morales. Si Brasil sigue portándose como una gran potencia capitalista que surge incontenible, seremos sus socios. Y queremos volver a las relaciones carnales con Estados Unidos, aunque no utilizarán esta frase de malos recuerdos (que, sin embargo, la dijo alguien que les hizo muchos servicios). Pero, ¡basta de montoneros, de setentistas, de actos por las víctimas del bombardeo del 16 de junio! Esa injuria del Museo de la ESMA fue “intolerable”. Lo del cuadro de Videla. No, esta gente es peligrosa. Nunca se sabe hasta dónde podrá llegar alguien en quien no se confía.
Hay que sacar a los montoneros del Gobierno y a Kirchner de la conducción del PJ. La punta de lanza de este proyecto es el señor Miguens. Y los otros tres cruzados. O sea, la Sociedad Rural, que, por primera vez, da la cara por sí misma, sin militares de por medio como siempre lo hizo. Y, nobleza obliga, felicitaciones, señores: lo han hecho muy bien.
Luego, el poder mediático. Que tiene algo claro: no hay que tocar la Ley de Radiodifusión. Ahora bien, ¿cuál es el reemplazo a este Gobierno que tanto odio les despierta? Cualquiera lo sabe: no puede ser otro que Duhalde. El viernes 11 de julio, muy sonriente, se reunió con Jorge Busti. Hay que implantar un eje de poder opuesto al de Kirchner dentro del peronismo: éste fue el resultado de la reunión. Pero Duhalde no dará la cara. Tiene a su hombre, tiene la cara de Reutemann. Todo lo demás es palabrerío, aunque funciona bien. Puede que Cristina F. irrite a algunos. Puede –como me dijo alguien– que esta gente despierte “muchos odios”. Lo dijo porque se lo dijeron pero el mensaje entra. Los Kirchner provocan. Se los ve soberbios. Tienen marchas y contramarchas. Dan ventajas. Pero si se leyera la Carta de los intelectuales se vería que nosotros no saltamos de alegría por todo lo que hace este Gobierno. Sólo sabemos que, sin ser de izquierda, a la izquierda de él no hay nada. Y a la derecha, el aparato peronista manejado por Duhalde y con Reutemann como careta presidencial.
Es cierto que hay corrupción en este Gobierno. Eso va en contra de todos nuestros principios. Aquí no rige ni regirá el “roban pero hacen”. Pero tampoco podemos ser tan ingenuos: cualquier otro ha robado y robaría más. La política ya no se ejerce –ni aquí ni en ninguna parte– sin el dinero como arma de convencimiento, de presión o de amenaza. Uno no puede aceptar eso. Yo no podría hacer política. Pero en este gobierno (que, además, es democrático) habrá siempre mayor voluntad de transparencia que en uno manejado por el duhaldismo en pleno dominio del corleónico aparato peronista. Si lo tiran, sabemos lo que podemos esperar. Lo de siempre: el ostracismo, la vereda de enfrente, lo peor. Lo único que tienen como alternativa quienes desean debilitarlo y, a la larga, hacerle morder el polvo, es otra variable del peronismo. Pero bien de derecha. Tan de derecha que es temible. Sobre todo porque dará cauce al odio oscurantista de los cruzados iracundos de estos días. Y a la Sociedad Rural, que avaló e impulsó el genocidio y eso no se borra diciendo alegremente “cambiamos”. Cuando se apoyaron ciertos horrores, no hay retorno.
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