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Por de pronto, Diego Simeone ya no juega. Es el entrenador de San Lorenzo. Y si se sigue la histórica línea argumental del “Negro Jefe” Obdulio Varela, en cuanto a que “los de afuera son de palo”, mal puede Simeone afirmar, como para buscar algún rebote mediático, que “prefiere jugar bien a jugar lindo”.

Sería hacer innecesaria leña del árbol caído preguntarle a Simeone, quien como futbolista fue entre algunas virtudes un provocador de circunstancias fortuitas –expulsión de David Be-ckham en el Mundial de Francia 1998–, si el equipo de River que él dirigía y que terminó último en el Apertura 2008 jugaba bien, jugaba lindo, jugaba mal o jugaba feo.

La cuestión pasa por otro lado. Los proverbiales discursos falaces de la conjura de los necios intentan provocar confusión y puterío barato. Porque, entre otras cosas, se afirman como verdades reveladas cuestiones que no se explican. Quizá porque no tengan explicación o, en todo caso, porque la explicación que tengan no le conviene a la confusión y al puterío que pretenden desparramar.

En vez de tirar a la marchanta los términos “bien” y “lindo”, si del juego se trata, no estaría mal que Simeone diga qué es para él jugar “bien” y qué es para él jugar “lindo”, y si los dos términos son opuestos o lo ideal es que sean complementarios. Mientras tanto, siguen mandando fruta los diplomados en ningún lado...