Domingo, 6 de noviembre de 2011 | Hoy
DEPORTES › EL GATO ANDRADA SE SENTARA EN LA SILLA DE LA JUSTICIA POR SU PASADO COMO REPRESOR
Ex futbolista de Central, que debió renunciar a su puesto como coordinador de Divisiones Inferiores del club rosarino, será interrogado esta semana por el secuestro y asesinato de dos militantes montoneros en 1983. Podría quedar detenido.
Por Gustavo Veiga
Edgardo Andrada tiene un sobrenombre con el que se hizo célebre como futbolista y otro que tomó prestado como represor. Tal parece que el Gato se hacía llamar Antelo cuando revistaba como agente de inteligencia. Por ese papel cumplido durante la dictadura, y aunque él atajaba, ya quedó varias veces en offside. La última posición adelantada se la cobró la Justicia. El próximo miércoles será indagado por el secuestro y asesinato de los militantes montoneros Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi, ocurridos en mayo de 1983. En la misma semana que se conoció esa noticia, el ex arquero de Rosario Central, Colón y Vasco da Gama de Brasil, entre otros equipos, perdió su trabajo como coordinador de las Divisiones Inferiores del primer club. Su presidente Norberto Speciale le pidió la renuncia y aseguró que si el acusado es encontrado culpable, él mismo sacará “los posters de Andrada que hay en el Gigante” de Arroyito. Ese acto de repudio no sería lo peor que podría pasarle.
“La posibilidad de que quede detenido existe. El presentó en su momento un pedido de eximición de prisión que le fue concedido y por eso llega a la indagatoria en libertad. Creemos desde la fiscalía que hay elementos suficientes para que Andrada y el resto de los imputados sean procesados. Si su caso tiene repercusión mediática es porque se trata de una personalidad pública que le llama la atención al común de la gente”, le dijo a Página/12 el fiscal federal Juan Patricio Murray.
Igual que otro famoso ex jugador en los años ’60/’70 que niega su participación en la represión ilegal (Juan de la Cruz Kairuz integró la Primera de Newell’s), Andrada le confesó al periodista Santiago Garat en un extenso artículo del diario digital Redacción Rosario: “No me mates que no tengo nada que ver”. Pero a diferencia del actual director técnico de Talleres de Perico, Jujuy, que compite en el torneo Argentino B y que jamás resultó indagado, el ex arquero dejó de trabajar en Central y podría terminar en la cárcel después de declarar ante el juez federal de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzo. Junto al ex arquero nacido el 2 de enero de 1939 tienen que presentarse el último dictador Reynaldo Bignone, el ex comisario Luis Patti, el militar Pascual Guerrieri y los ex agentes de Inteligencia Ariel Porra y Juan Andrés Cabrera, quienes ya fueron condenados en el marco de distintas causas por violaciones a los derechos humanos. Otro represor, Luis Américo Muñoz, está citado también y junto al Gato son los únicos que se mantienen en libertad.
“Andrada renunció, ya tiene reemplazo y es más sano para Central”, afirmó el vicepresidente 2º del club, Julio Colabianchi, en declaraciones a Radio 2 de Rosario. En su puesto fue designado Patricio Graff, un ex defensor al que después de salir campeón de la Copa Conmebol lo vendieron al Feyenoord holandés y que se retiró en Gimnasia.
Integrante del grupo de tareas mientras jugaba en Colón de Santa Fe y Renato Cesarini de Rosario (antes, entre 1960 y 1977 había atajado en Central y Vasco da Gama), Andrada quedó comprometido por tres razones: su pasado como agente de los servicios de la dictadura, una denuncia anónima que en 1997 recibió el juez federal de San Martín, Alberto Suárez Araujo, y la acusación de su compañero durante la represión, Eduardo “El Tucu” Costanzo: éste señaló que pertenecía a “la patota que comandaba Feced”, un oficial de Gendarmería que dirigió a la policía rosarina y que participó en el operativo clandestino donde secuestraron a Cambiaso y Pereyra Rossi. “Tenemos acreditado en el expediente que el 14 de mayo de 1983 en que sucedieron los hechos, Andrada revistaba como agente del destacamento de Inteligencia 121 de Rosario”, agregó Murray. Costanzo, un agente civil del ejército y testigo clave, fue condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad y goza del beneficio de la prisión domiciliaria. Su testimonio permitió reconstruir la historia de Sabrina Gullino, la nieta recuperada número 96 que todavía busca a su hermano mellizo de- saparecido. Y confirmó más de un dato aportado por las víctimas de la represión en los juicios relacionados con el Segundo Cuerpo de Ejército.
Andrada había conseguido refugio durante los últimos años en el complejo deportivo donde practican los pibes de Central. Casualmente está ubicado a pocas cuadras de la fábrica militar Domingo Matheu, que operó como un centro clandestino de detención en la dictadura. “Lo tenían como escondido, metido en una casilla”, cuenta el periodista Garat sobre los días que pasaba como coordinador de las Divisiones Inferiores en la zona sur de Rosario el arquero al que Pelé le marcó su célebre gol número mil.
La doble vida del agente de inteligencia y futbolista ya era comentada en Santa Fe cuando atajaba en Colón. José Luis De Santis, su vicepresidente en los años ’70, reconoció: “Teníamos algunas versiones de que andaba en el Servicio de Inteligencia, pero nada seguro y no sabíamos lo que hacía en su vida privada. Sabíamos de su trayectoria, de su condición profesional de ese momento; fuimos a buscar al arquero, al jugador”.
Hasta que Costanzo agravó con su acusación la situación del imputado: “El Gato Andrada era uno más de la patota que estaba en el secuestro de Pereyra Rossi y Cambiaso”. Desde marzo del 2005 esperaron el fiscal Murray y la querella que el juez Villafuerte Ruzo se decidiera a indagarlo. El próximo miércoles se sabrá si el arquero es capaz de atajar las preguntas que nunca le hicieron sobre su trayectoria más turbia.
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