Otra temporada perfecta con el Barcelona, y con la Selección Argentina, otra decepción. Un apagado Lionel Messi dejó escapar otro título para la Selección Argentina, con la que nunca celebró. Messi lidera la magnífica generación de futbolistas argentinos que busca quitarse la pesada cruz de 22 años sin títulos de la selección albiceleste, pero no pudo. Su pálida actuación fue, acaso, la gran frustración de la final.

El rosarino llegaba a Chile después de conquistarlo todo en Europa con el Barça y se esperaba ese mismo poder fuera de lo común en la Copa América.

Pero a Messi siendo Messi sólo se lo vio en un partido, el de la semifinal en la que Argentina aplastó 6-1 a Paraguay a punta de puro gol y fútbol ofensivo.

Ayer hubo un cortocircuito en la sintonía con Javier Pastore y el Messi director de orquesta estuvo ausente. A eso se le sumó la lesión de Di María y el aislamiento de Sergio Agüero adelante, en el área.

Messi sólo fue Messi en el descuento del partido, con el capitán saliendo en velocidad desde la mitad del campo en una jugada de contragolpe, en la que dejó a uno, dos, tres zagueros y centró para Ezequiel Lavezzi, que a su vez jugó en profundidad para Gonzalo Higuaín, que no pudo rematar en el ángulo del arco.

Dos, tres, cuatro zagueros, la orden era clara, neutralizar al astro argentino a como diera lugar. Y encabezados por el “Pitbull” Gary Medel, no pudo estallar como se esperaba.

El primer tiempo no fue el esperado para el rosarino. Estuvo apagado, miraba al suelo, no tenía explosión. Hubo algunos destellos de su talento, pero pocos, y su socio Pastore tampoco se destacó, perdiendo muchas pelotas.

A tono con la actuación general, Messi tiró poquísimos pases: apenas 32, de los cuales 26 tuvieron destino correcto. Le cometieron 29 infracciones, en general tras sus salidas rápidas para salir del encierro en la jaula de defensores; una fuerte falta de Medel, que le dio un patadón cuando iba a desarmarlo, le valió la amonestación.

Messi ni tocó el balón en los primeros minutos del complemento. Si estuvo apagado en la primera mitad, en el segundo apareció prácticamente nada. Se puede rescatar el contragolpe que encabezó cinco minutos antes del final del tiempo reglamentario, la jugada que cerró Lavezzi y no pudo abrochar Higuaín.

En el alargue siguió sin aparecer, con una jugada de pelota parada que terminó en nada. En la decisión por penales, su tiro fue impecable... Pero fue el último. Messi, el de los cuatro balones de oro, sigue en deuda con la Selección y una vez más debe tragar fuerte. La camiseta albiceleste no le sienta como quisiera.