DEPORTES › JUAN PABLO SORIN, FIGURA DEL VILLARREAL

“Cada paso que di lo hice pensando en la Selección”

El capitán del equipo nacional asegura que su puesto natural es el de lateral, pero que “lo que importa es la sorpresa” y elogia a Riquelme.

 Por Cayetano Ros *

Si el líder indiscutible del Villarreal en el campo es Juan Román Riquelme, en el vestuario el jefe es Juan Pablo Sorin, de 29 años, trotamundos del fútbol, hombre culto y apasionado que conquistó por su personalidad la capitanía de la Selección Argentina.
–¿Puede actuar en cualquier posición?
–Pekerman me puso de zaguero central izquierdo y, a partir de ahí, comienza mi adaptabilidad. Al principio es incómodo, pero hay que tener inteligencia táctica y correr riesgos. Hasta que un día, un técnico en Brasil me puso de media punta y ahí le dije que no, que era demasiado. Mi puesto natural es el 3, marcado por grandes jugadores como Brehme, Roberto Carlos, Maldini, Branco...
–A veces parece un jugador caótico.
–Lo más importante es la sorpresa, y creo también que la polivalencia es positiva, como en la Selección, por ejemplo cuando le ganamos a Brasil: jugué de doble cinco con Mascherano y frenamos a Ronaldinho y a Kaka.
–¿En cuántos equipos ha sido capitán?
–En Parque, en Argentinos, en la Selección y en el Cruzeiro brasileño, que es lo más llamativo. Creo en los tipos que hacen el grupo, tipos alegres y temperamentales que piensan primero en el grupo que en uno mismo o en una parte del grupo.
–¿Los argentinos del Villarreal están separados del resto?
–Si las energías se dispersan, no se logran los objetivos. Los españoles nos han recibido muy bien. Esa fue una de las claves de la temporada pasada: la unidad.
–Pero dentro del campo, ¿quién es el líder?
–El que pide la pelota y limpia el juego cuando el equipo pasa por un mal momento: Riquelme. La otra parte es la anímica, tener un equipo solidario y para eso se necesitan varias voces: se trata de dar todo por el compañero, no especular.
–¿Se pueden juntar las dos partes en una?
–Sí. Ahí está el caso de Maradona.
–¿El Villarreal tiene plantel para dos grandes torneos?
–No hemos encontrado todavía el nivel de la temporada pasada. Nunca pudimos repetir la formación. Mi espina es hacer una gran Champions League: con el Barça no pude porque venía de la UEFA con el Lazio; con el PSG, después de quedar segundos, y no perder ninguno de los 21 partidos que jugamos, me fui porque querían que no fuera a algunos partidos de la Selección. Y eso yo no lo negocio.
–Jugó en cinco ligas distintas. ¿Hay grandes diferencias?
–El ritmo brasileño es menor por el clima y el césped alto, hay mucho mano a mano y es muy difícil aguantarlo; el italiano apenas deja espacios: salvo el Milan, la Juve o el Inter, no me atrae; el francés tiene más dinámica, y la Liga española es la que da más placer: todos intentan jugar y triunfa quien mejor juega.
–¿Su paso por Italia?
–Con 19 años estuve seis meses en la Juve. Apenas jugué. No había salido la ley Bosman y era muy difícil competir con Sousa, Deschamps y Jugovic. En el Lazio la historia fue otra, pintó una crisis financiera, no pagaban, y me tuve que ir.
–¿Y en River?
–Fue la última gran etapa de River. Me divertía mucho y definíamos muy rápido, dábamos 25 toques. Estaban Francescoli, Gallardo, Ortega, Salas... Ganamos una Supercopa y una Libertadores.
–En el Barça, ¿lo dañaron las imágenes en las que se le veía bailando en un concierto?
–Es una equivocación en 11 años de carrera. Quien sólo recuerda aquello es un mediocre. Fue la peor época política y futbolística del Barça, pero aun así éramos decimoquintos cuando llegué y terminamos sextos. El Barça se reforzó bien y por eso ha sido campeón. Aunque no esté de acuerdo en cómo trataron a Riquelme, Saviola y Bonano.
–¿Su pelo largo es símbolo de rebeldía?
–Lo llevé así de los 13 a los 18 años, me lo corté cuando me llamó Pasarella para la Selección: llevaba siete partidos de profesional, me convocó y no me importó cortármelo. Soy un poco bohemio. Se trata de disfrutar de la vida.
–¿Qué borraría de su carrera?
–Nada. Cada paso que di lo hice pensando en la Selección. Yo era el más feliz del mundo estando en River, pero después empezó a decaer el fútbol argentino y me fui a Brasil, la tierra de los laterales siendo lateral: si era bueno jugaría y, si no, me cerrarían la puerta. Me arriesgué y gané.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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