EL PAíS › TENSION EN EL COLOQUIO DE IDEA CON LA CASA ROSADA
El temor a las sillas vacías
Por Cledis Candelaresi
Desde Mar del Plata
En el día de apertura del Coloquio Anual de Idea, ningún empresario albergaba la esperanza de que Néstor Kirch-
ner hiciera una excepción esta vez y finalmente aceptara el convite de venir a la cena de clausura prevista para el viernes, rutina que sí honraban sus antecesores. Pero no es ese recurrente desaire lo que aflige a esta organización empresaria, visualizada desde el Gobierno como lo más conservador del establishment, sino el riesgo de que cualquier gesto tense aún más los frágiles vínculos que los ligan a la Rosada e inspire alguna embestida verbal de cualquier funcionario. Quizá por ello, los organizadores del evento que este año preside Alfredo Coto resolvieron evitar en lo posible hacer declaraciones “sobre cuestiones macro” que puedan irritar el ánimo oficial, al menos hasta el viernes. Ajeno a la formalidad de la organización, Horst Paullman, de Jumbo, sí salió al ruedo para garantizar que los supermercados no tienen conductas cartelizadas a la hora de fijar precios.
Aunque ninguno de los organizadores lo confiese abiertamente, la apuesta ya no es arrimar al Presidente al Sheraton marplatense sino evitar que desista de venir Roberto Lavagna, el orador fuerte de la tarde del viernes. El ministro de Economía no sólo es un habitué de este evento, sino que se somete gustoso a las entrevistas que en los últimos años le hacía el periodista Enrique Szewach, esta vez reemplazado por Joaquín Morales Solá, considerado más afín a la filosofía del Palacio de Hacienda.
Quizá los empresarios responsables del coloquio tengan presente que el reemplazado, con quien el titular del Palacio de Hacienda sostenía urticantes contrapuntos en aquellos reportajes públicos, hace poco inspiró el enojo del secretario de Energía, Daniel Cameron, con el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas. El Iapg lo envió a una cumbre internacional de energía en Salamanca, como economista conocedor de estas cuestiones y, al igual que hace en tribunas locales, Szewach defendió ahí una posición contraria a la política tarifaria oficial, que tras la devaluación mantiene congelados algunos precios del rubro.
No hay dudas de que hay una notoria hipersensibilidad en este foro. Felipe Solá, uno de los potenciales oradores de la primera de las tres cenas de este evento empresario, dejó el lugar de anoche vacante argumentando un problema de salud. Pero en los pasillos del hotel corrieron rumores de que se había abstenido a raíz de una sugerencia del propio entorno presidencial. Esas especulaciones suenan tan exageradas como los recaudos de la amable Gloria Coto, quien prefirió no expresar on the record su fastidio por las recurrentes críticas que recibe su marido, tanto aquellas que involucran al resto de los supermercadistas por la suba de precios como las que siembran dudas sobre el modo en que construyó su fortuna el ex carnicero.
Tanto Coto como Enrique Pescarmona, otra de las autoridades del evento, tienen presente la airada reacción presidencial que provocaron las declaraciones de ambos en el precoloquio de Rosario, en junio pasado, cuando advirtieron que los aumentos salariales que no respondieran a un aumento de la productividad resultaban inflacionarios. En rigor, nada muy distinto a lo que piensa y declaró públicamente el ministro de Economía, cuya situación relativa los hombres de empresa perciben como más frágil, debido a su enfrentamiento con Julio De Vido, sutil pero firmememente sostenido por el Presidente.
Aquel supermercadista hizo desde entonces enormes esfuerzos por cuidar su discurso y moderar su locuacidad, convirtiéndose en un interlocutor casi inocuo. Pescarmona tampoco puede verse como un contrincante, menos ahora que está feliz por el millonario negocio que acaba de cerrar con Venezuela, superior a los 200 millones de dólares, para repotenciar turbinas hidráulicas. “El Presidente y (Julio) De Vido nos dieron una mano bárbara”, celebró el hombre de Impsa ante Página/12.