Jueves, 22 de junio de 2006 | Hoy
DEPORTES › COMO JUEGA EL PROXIMO RIVAL DE LA ARGENTINA
El rival de octavos de final, dirigido por el argentino Ricardo Lavolpe, adolece de una formación titular firme. Además, en las definiciones nunca le salen bien las cosas.
Por Ariel Greco
Desde Francfort
Tocó México. Y no le cayó nada mal el rival al equipo argentino en los octavos de final. Pese al respeto por todos los adversarios y a que el entrenador José Pekerman comentó que lo preocupaban ambos por igual, en la intimidad del grupo la preferencia era por México. Incluso, Javier Saviola lo hizo público durante la semana, al asegurar que el conjunto azteca no estaba en tan buen momento como los portugueses. Y además, varios son los factores que confluyen para esa elección.
“Tengo un imagen muy positiva de México –señaló Pekerman sobre el rival del sábado en Leipzig–. Como muchos equipos importantes, hasta ahora tuvo un rendimiento un poco desparejo, pero tienen muchos jugadores importantes. Vamos a tener que luchar mucho para clasificarnos”, aseguró el entrenador argentino, que enumeró varias de las virtudes del adversario. “México es un equipo capaz de hacer goles, que cuenta con jugadores de buena línea técnica y de carácter. Es un equipo muy competitivo”, expresó el entrenador.
Más allá de las palabras de Pekerman, el rendimiento mexicano no terminó de alcanzar las expectativas que había levantado a partir de una generación de futbolistas de las más importantes del fútbol de aquel país. Tras un comienzo alentador, con un triunfo convincente ante Irán, el rendimiento del equipo de Ricardo Lavolpe estuvo lejos de lo esperado. Cuando tenía la chance de la clasificación con sólo ganarle a Angola, el empate 0-0 le dejó el problema para la jornada final. Ayer, pese a que Portugal reservó a varios de sus mejores jugadores, durante varios minutos el pasaje a los octavos de final estuvo en peligro, ante un eventual éxito de los angoleños. Porque a pesar de todo, los portugueses le manejaron el juego en gran parte del primer tiempo y tuvieron llegadas más claras que su rival que pudieron haberle permitido una luz mayor en el marcador. Es cierto que México pudo empatar, pero dio una sensación de fragilidad e inseguridad, que contrastó con la tranquilidad con la que los europeos encararon el partido.
Uno de los problemas principales que ha sufrido Lavolpe es que no logró conformar una formación ideal, obligado a cambiar permanentemente en los puestos de la mitad de la cancha hacia adelante. Tras la lesión de Borgetti en el primer encuentro, el entrenador argentino no le ha podido encontrar el compañero de fórmula a Omar Bravo, el atacante de Chivas. Probó con Guillermo Franco, tiró adelante al brasileño nacionalizado Zinha y finalmente optó por Fonseca, autor del gol ante Portugal y quien mejor rendimiento mostró. Pero ninguna fórmula aparece consolidada, sobre todo porque tampoco pudo confiar a pleno en los mediocampistas creativos. De esa forma, con poco juego en la zona de gestación, a los delanteros les costó conseguir espacios. Y el panorama se complicó con la expulsión de Luis Pérez, una alternativa que manejaba el técnico para ese lugar.
De la mitad hacia atrás el panorama es más claro, con una línea de tres defensores y con dos laterales que se proyectan bastante poco, lo que normalmente se traduce en un línea de cinco al momento de no tener la pelota. Salcido, Márquez, Pineda, Osorio y Méndez son los nombres que se repitieron, así como Pavel Pardo, un volante mixto intocable en el esquema de Lavolpe.
Está claro que México mostró menos que Portugal y los números así lo demuestran: sumó apenas cuatro puntos de nueve, pese a que le tocaron dos adversarios en el grupo más que accesibles, como Irán y Angola. Y en el único partido complicado, cayó ante un conjunto que reservó a varios titulares. En tres partidos anotó cuatro goles y le convirtieron tres. Y un dato a tener en cuenta, por el tipo de definiciones que tiene el certamen. A los mexicanos no les gustan los penales. Tanto a nivel de equipos como de selecciones, son innumerables las caídas que registran, como el Mundial ’86 ante Alemania y en el ’94 ante Bulgaria. Ante la Argentina, ya cayeron por esa vía en la semifinal de la Copa de las Confederaciones, el año pasado. Y ayer, Bravo tiró uno a la tribuna.
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