Boca volvió a demostrar su jerarquía internacional y despidió de la mejor manera a Alfio Basile, que a partir de hoy se irá a dirigir la Selección Argentina. Con una tarea colectiva muy efectiva, el campeón argentino igualó 2-2 con San Pablo y se quedó con la Recopa, el 16º título internacional en la historia del club. Rodrigo Palacio y Martín Palermo, dos símbolos del ciclo que finaliza, anotaron los goles del hasta ayer conjunto de Basile.

La premisa de Boca fue tratar de sostener el resultado lejos de Bobadilla. Con el trabajo de Gago en el medio y la dinámica de Cardozo por el costado izquierdo, el equipo de Basile consiguió mantener a San Pablo lejos de la zona de riesgo en los primeros minutos. Fue por eso que el conjunto brasileño apenas podía inquietar con remates desde larga distancia, sin la precisión necesaria como para llegar al gol.

Del otro lado de la cancha, la apuesta del campeón argentino pasaba tirarle pelotazos largos para las corridas de Palacio o envíos bombeados para la cabeza de Palermo. Y por ambas vías, con una gran labor de sus dos atacantes, Boca conseguía generarle inconvenientes al fondo paulista. Incluso, pudo ponerse en ventaja con un pique cruzado de Palacio, que se escapó al cruce de Fabao y metió un derechazo violento que salió pegado al primer palo de Rogerio Ceni.

El trámite tranquilo que sobrellevaba Boca en los primeros minutos comenzó a variar en la medida en que Souza y Junior empezaron a tener mayor incidencia en el juego. Es que con el manejo de sus mediocampistas, San Pablo pudo generar algo más de fútbol, lo que determinó que Boca se retrasara en el terreno y permitiera el crecimiento del conjunto local. Por eso, cuando ya los brasileños mandaban en el desarrollo llegó el gol que parecía que le iba a complicar el panorama. Todo se inició con un gran pase en profundidad de Souza para Junior, que le ganó la espalda a Ibarra y definió con un toque de zurda ante la salida de Bobadilla.

Los minutos que siguieron al tanto de San Pablo mostraron la peor imagen de Boca, que se desdibujó, perdió las marcas y daba la sensación de perder la línea. Pero a partir de sus delanteros pudo recuperarse rápido. Primero, porque Palacio desbordó por izquierda y dejó a Cardozo con todo el arco de frente para señalar el empate, aunque Rogerio se lució tapando el derechazo del mediocampista. Y un minuto después, la igualdad llegó con una maniobra que nació en un centro de Krupoviesa para Palermo. El goleador, con los ojos bien abiertos, bajó la pelota para la llegada de Palacio, que con otro cabezazo pegado al palo de derecho de Rogerio Ceni.

El gol significó un impacto psicológico en San Pablo, porque para Boca tenía un valor mayor al simple empate. Ya empezaba a jugar la diferencia de gol. Y entonces, los paulistas salieron decididos a buscar la ventaja, pero se encontraron con un rival que ya tenía mayor tranquilidad y manejaba los tiempos. A Boca sólo le faltaba precisión en los contragolpes para poder liquidar la serie. A esa altura, San Pablo era puro nervios y apenas conseguía inquietar con alguna jugada aislada, como una corrida de Alex Dias que resolvió muy mal.

Con el trámite tan claro, bastaba que Boca acertara. Y el que acertó fue Palermo. Primero peleó la pelota, se la llevó de arremetida y luego hizo un golazo: Enganchó en el borde del área, se sacó encima a un defensor y metió un derechazo violento que liquidó la serie. El gol en contra de Morel Rodríguez apenas sirvió para decorar el marcador. La 16ª Copa del club, el quinto título de Basile, ya estaban consumados.