Mal los alumnos que se la pasaron molestando a los compañeros, a los del otro grado y al director; pésimo comportamiento general y muy bajo rendimiento individual al punto que si hubiera que ponerle un puntaje la nota más alta sería para Maidana, un seis y gracias; mal los maestros ciruela al punto que uno no les da ninguna libertad a los educandos y el otro se obsesiona a tal punto en enseñarles las cosas a su modo que sus buenas intenciones se diluyen en una confusión generalizada; mal también el director que no castigó a los revoltosos, se mostró excesivamente severo con quienes habían cometido faltas menores y sólo merecían una amonestación verbal y les dejó tanto a alumnos como maestros la sensación de haber sido perjudicados.

La idea del colegio en el que todo funciona mal se delineó claramente en algunos pasajes del primer tiempo cuando los jugadores se raspaban feo en cada pelota dividida y pedían con vehemencia tarjetas para los rivales y protestaban todo y ensuciaban cada jugada de pelota detenida mientras los técnicos en lugar de mantener la calma hacían gestos ampulosos para indicarle al juez qué era lo que tenía que cobrar o para indicarles a sus jugadores que tenían que hacer o no hacer. Todo esto al compás de un árbitro vacilante que le pifiaba parejito aplicando criterios disímiles y cometiendo errores serios como el de no haber expulsado al Cata Díaz por una falta violenta poco después de haberle mostrado la amarilla.

La idea del pizarrón de La Volpe en el que se dibujan ejercicios de regla a veces simple, a veces compuesta (pero que los jugadores no entienden) convierte a cada trazo en un mamarracho. Y se asocia con la planificación pergeñada por Merlo para que sus jugadores comprendieran la necesidad de no pasarse de la raya de la mitad del campo, salvo en ocasiones claramente favorables; otro mamarracho. La explosiva combinación de jugadores confundidos que además vienen en declive (Boca) y jugadores limitados obedientes en la marca, pero con escaso vuelo (Racing), hizo que el primer tiempo resultara decididamente insoportable.

La segunda etapa fue un poquito mejor porque en la medida en que se mermaba la resistencia física se agrandaban los espacios y por eso hubo un poco más de llegadas y gotitas de emoción. La Volpe desarrolla la teoría de los tres delanteros pero si la pelota no llega redonda desde el medio se le hace difícil a los de arriba. Ayer, junto a Palacios, que tuvo una malísima tarde, jugaron Guillermo Barros Schelotto (mucha experiencia, poca velocidad) y Boselli (mucho ímpetu, poca experiencia). Con tres delanteros Boca llegó menos que Racing, que amarreteó más pero explotó bien algunos contraataques. Las teatrales voladas de Bobadilla le dieron más espectacularidad a algunos ataques no tan certeros de Racing, pero contribuyeron a que flotase la idea de que los locales estuvieron más cerca. El penal no cobrado a Palacios (falta menor, pero falta al fin) no alcanza para levantar el bajísimo promedio de llegadas de los visitantes, lo que debería ser un motivo de preocupación ante lo que se le viene. Nota final: Aplazo compartido. No se alcanzaron los objetivos de entretener a la gente y producir un espectáculo medianamente interesante, acorde con la tradición de ambas entidades.

Observaciones: ’garren la pelota que no muerde.

0-RACING

Campagnuolo; Esquivel, Cabral, Crosa, Grimi; Torres, Peralta, Bastía, Sánchez; Bergessio, Sava.

DT: Reinaldo Merlo.

0-BOCA

Bobadilla; Ibarra, Maidana, Díaz, M.Rodríguez; Ledesma, Gago, Cardozo; Schelotto, Palacio, Boselli.

DT: Ricardo La Volpe.

Estadio: Racing.

Arbitro: Claudio Martín.

Cambios: ST, 28m Marino por B.Schelotto (B), 39m Dátolo por Cardozo y Delgado por Boselli (B) y Fileppi por Peralta (R), 44 Romero por Torres (R).