Sábado, 23 de febrero de 2008 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Diego Bonadeo
Difícil será encontrar a alguien que quince días atrás hubiese podido aventurar que, jugadas en su totalidad las dos primeras fechas del Clausura 2008, los tres punteros del torneo con todos los puntos ganados serían Estudiantes de La Plata, San Martín de San Juan y Vélez. Y que San Lorenzo, para los creadores de expectativas el dream team, estaría entre los últimos, sin puntos, sin goles a favor y con chances semicomprometidas en la Copa Libertadores.
Es de suponer que tampoco los meteorólogos del fútbol pudieran pronosticar el monumental despelote de sistemas, números, declaraciones, marchas y contramarchas que entornan este River desde la llegada de Simeone, con su barba uno supone que intencionadamente mal afeitada, su empilche inexorablemente oscuro –por lo de la seriedad, viste– y la permanente modificación en el número telefónico de su celular: 3-3-1-3, 4-3-1-2, 4-2–2-2, que casi siempre incluyó a Tuzzio, Cabral y Gerlo y casi nunca a Ferrari y pocas veces al principio a Villagra. Que Racing pelee la Promoción o aun el descenso no es novedad, pero tampoco estaba en muchos papeles que Lanús perdiera su invicto de once fechas con Huracán.
De todos modos no es mucho lo que puede exigírseles a quienes aventuran futuros futboleros, cuando en los últimos tiempos el Servicio Meteorológico Nacional casi lo único que acertó fue el eclipse de luna del miércoles.
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