Miércoles, 30 de agosto de 2006 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Diego Bonadeo
Portavoces de la tontería, muy bien dateados en fruslerías, y de vez en cuando, ¿por qué no?, en cuestiones de albañal, comunicaron casi al dedillo la puesta en escena del bochorno.
Parece que un tal “Galíndez”, que tomó protagonismo cuando dieciséis años atrás, durante el Mundial de Italia, en la era Bilardo-Madero a cargo de la Selección Nacional, cambió los bidones –agua por vomitivo o similar– en el partido Argentina-Brasil para descomponer al brasileño Branco, se dedica ahora, entre otros menesteres, a saludar a técnicos adversarios a San Lorenzo por “anticábala”. Las estadísticas que desvelan a los desangelados del fútbol parecen indicar que cada vez que el tal personaje, adláter ahora de Ruggeri en San Lorenzo, alcanza a estrechar la mano del entrenador oponente antes de un partido, su equipo gana, o quizá, lo que para esta cultura es mejor, el otro pierde. Entre las “precauciones” tomadas por el cuerpo técnico de Boca para la antesala del partido de anteayer contra San Lorenzo figuraba, quizá junto a la marcación sin distracciones a Lavezzi o a Bottinelli, evitar que el proveedor de agua dudosa saludase a Basile.
Se dispuso al efecto que personal de “seguridad” se interponga entre Galíndez y el técnico de Boca, antes del partido, para que la “cábala” no se llevase a cabo. No se sabe si se trató de cuatro en línea, tres en el fondo, stoppers, líberos u hombres en zona...
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