Martes, 11 de septiembre de 2007 | Hoy
Por E.F.
desde Paris
La derrota de Francia ante Argentina en el partido inicial hace tambalear las perspectivas futuras. Si Francia se queda en el camino, las cuentas publicitarias serán más estrechas. La prensa seguía comentando con atónita incredulidad el resultado. De esos comentarios surge una anécdota contada en el diario deportivo L’Equipe por un consultor del diario, Laurent Bénézech. El hombre detalla lo que ya observaron los jugadores argentinos: “Hubo un enorme error de la gestión de la presión durante las doce horas que precedieron el partido. El staff quiso que los jugadores estuvieran al más alto nivel emocional y, por el contrario, se encontraron vacíos. El problema es que el entorno quiso hacer demasiado e hicieron que el grupo leyera la carta de Guy Moquet”. La descripción da escalofríos, porque Guy Moquet era un joven adolescente miembro de la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, fusilado por los nazis en 1941. Moquet, que tenía 17 años, sabía que al día siguiente moriría a manos de los esbirros de Hitler y dejó una conmovedora carta a su familia. Es aquí donde se mezclan escandalosamente los intereses políticos con el deporte. La primera medida anunciada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, fue decidir que la carta de Moquet fuera leída en las escuelas. La decisión se comprende en el contexto histórico de Francia y Europa, pero es un dardo en el corazón de lo absurdo cuando se la traslada al ámbito deportivo. Un partido de rugby no es una confrontación contra el nazismo ni una batalla ideológica. La democracia argentina tampoco representa un Estado empapado en esa barbarie. Error monumental de estrategia de motivación, pero que no es tal vez ajeno a las apuestas políticas. Bernard Laporte, el actual entrenador de la selección francesa, será el próximo secretario de Estado del Deporte. ¿A quién se le ocurre semejante intromisión? ¿Con qué fin se justifica la lectura de la carta de un condenado a muerte por los nazis? La carta empieza así: “Voy a morir. Lo que les pido, a ti y a mamá, es que sean valientes. Lo soy y quiero serlo tanto como los que pasaron antes que yo...”. El lector puede intuir el resto. En memoria de Guy Moquet y por la nobleza del deporte, huelgan otros comentarios.
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